abril 15, 2025
Publicidad
María José Zorrilla

Del recuerdo al no se olvida

abril 13, 2025 | 36 vistas

María José Zorrilla

En el periódico El País de ayer sale en primera plana un artículo con el encabezado: “Cansados de esperar que los políticos hagan algo, voluntarios brasileños reverdecen sus ciudades”. Una lucha emprendida por habitantes de la zona de Olaria en Río de Janeiro que me pareció coincidente con lo que hace más de 50 años empezó mi madre. Acabo de regresar de Ciudad Victoria mi ciudad natal donde el Club de Jardinería Anacachuita le rindió un homenaje a mi madre Laura Alcalá como precursora de los movimientos de conservación en Tamaulipas. Su trabajo de muchos años junto con científicos del South Most College en el Sur de Texas, derivó finalmente en la declaratoria de la Reserva de la Biósfera El Cielo. Un espacio maravilloso y privilegiado en la geografía tamaulipeca con cinco ecosistemas con alturas y vegetación diferentes. Selva tropical, bosque templado, humedales, desierto y bosque de niebla. Sin lugar a dudas hace muy bien Libertad García presidenta del Club Anacahuita en decir que es un pedazo de cielo en la tierra. Muy pocos lugares del mundo tienen este tipo de ecosistemas tan diversos en un mismo espacio. Desde los 70 del siglo pasado El Cielo había despertado el interés de los científicos del mundo ante la indiferencia y desconocimiento de las autoridades mexicanas. Tomó 15 años este esfuerzo titánico de mi madre para convencer a las autoridades a que se tomaran cartas en el asunto y se hiciera esta declaratoria que se concretó en el gobierno de Emilio Martínez Manautou en 1985. Interesante asociar que este trabajo que derivó en este homenaje y otros que se le hicieron en los 90 en Texas y en el 2015 en Ciudad Victoria inició con una campaña de reverdecimiento en Victoria en las márgenes del Río San Marcos y en la Calle Carrera Torres y con la defensa a ultranza de un pequeñísimo espacio verde que había quedado como resultado de la traza de un nuevo boulevard que se construyó en la capital tamaulipeca en los 70. Mi madre con mucha determinación se opuso y dijo una zona verde por pequeña que sea debe preservarse a capa y espada. Debe quedar como precedente que ninguna autoridad por importante que sea pueda cambiar un uso de suelo a capricho y transformar un área verde en una plancha de cemento. Esa campaña de reverdecimiento como la emprendida por los cariocas recientemente y ese pequeño triangulito derivó en la preservación de 144 mil hectáreas en El Cielo, que hoy por hoy es uno de los espacios verdes del mundo con gran valor para la Biología y las ciencias naturales.  Según algunas estimaciones el 20 por ciento de las plantas y animales que allí viven son especies únicas y constituye aproximadamente el 28 por ciento de los bosques de niebla del país. El viaje al terruño tuvo sus toques muy emotivos además del sentido homenaje a mi madre y de nuestro más profundo agradecimiento al Club Anacahuita y a científicos, amigos y familiares muy queridos que me acompañaron durante el evento.  Fue un reencuentro con cariños, amistades y hechos que estuvieron siempre presentes pero almacenados en el casillero de los recuerdos que de pronto adquieren una dimensión inesperada al ver como 20 o 30 años no importaron para revivir los memorables tiempos en nuestro querido pueblo. Hubo otra gran sorpresa, un homenaje a hombres ilustres de la ciudad organizada por la oficina de la crónica municipal presidida por Paco Ramos en la que figuraba mi padre Juan Fidel Zorrilla quien fue un destacado intelectual e historiador, autor de varios libros y miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia. También figuraba el querido tío Juan Guerrero junto a otros personajes ilustres de la ciudad con motivo del bicentenario de Ciudad Victoria elevada a rango de Capital de Tamaulipas. Todo aconteció el mismo diez de abril; por la mañana personajes de la ciudad y por la tarde el homenaje de Anacahuita Club de Jardinería, Diseño, Horticultura y Ecología AC a Laura Alcalá.  Regresé a Puerto Vallarta con el reencuentro con un lindo pasado lleno de recuerdos maravillosos y con un gran orgullo de ser hija de personas que han dejado huella en su quehacer por la vida.  Sus acciones no se olvidan. Han sido significativas en el estado y en el país y son un ejemplo de lo que puede hacerse con dedicación, esfuerzo y tesón.

Comentarios