Mauricio Zapata
La novela que surgió el pasado fin de semana no supimos si la escribió Agatha Christie, John Katzenbach o Edgar Allan Poe.
El inicio parecía ser de esta primera autora.
El desarrollo de la misma, de John o de Poe.
Pero el final, quizás pudo haber sido de Jorge Ibargüengoitia o hasta de Vicente Leñero.
El asunto es que el desenlace quedó en misterio y en suspenso. Un final que nadie esperaba, pero que al final, ya nadie creyó.
La historia misma perdió un poco de credibilidad.
No sabemos qué tan real haya sido, sin embargo, en la percepción general, fue increíble.
Primero se desató un drama típico de Wilde o incluso de King. El misterio y narrativa policiaca de Christie.
Y como buenos autores, mantuvo a todos en vilo.
La propia autoridad también puso de su parte y como historia de Graham Greene armó todo un capítulo de serie gringa.
Incluso de otros autores espectaculares tipo episodios de Epigmenio Ibarra, en donde se movilizan con todo el equipo necesario.
Solo faltaron aviones antibombardeo.
La gente se despertó esperando noticias de la historia con la que se durmieron el viernes en la noche.
Autoridades dieron la buena: se rescató al principal protagonista de la historia.
El villano respondió y dijo: no lo rescataron, escapó.
Y entonces, nuevamente las suspicacias, el misterio, el suspenso y los trascendidos.
Los capítulos iban surgiendo como buen libro de Auster o de Murakami, incluso del propio Michael Connelly y hasta de Paco Ignacio Taibo II.
Luego, otra instancia aclaró lo sucedido.
Pero lo dijo como si fuera novela de Ibargüengoitia: de comedia.
Al final, no saben cómo se puede llamar el género literario.
Lo que sí es un hecho, es que todos los protagonistas deben una amplia explicación sobre lo que sucedió.
Hay muchos cabos sueltos; muchos capítulos inverosímiles y muchas letras sin congruencia. El “lector” debe saber la verdad.
EN CINCO PALABRAS.- Porque ya nadie la cree.
PUNTO FINAL.- “El celular se convirtió ya en la caja negra de los humanos”: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata