diciembre 12, 2024
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Alfredo Arcos

Deslumbrantes campos de hielo

noviembre 29, 2024 | 141 vistas

A propósito de Deslumbrantes campos de hielo, obra de la poeta y traductora María Baranda, puesta en circulación en 2023, destaco un comentario de Ángel Cuevas: “Al poema Un pulpo, de Moore, de donde Baranda toma el título de su libro (“black feet, eyes, nose, and horns, engraved on dazzling icefields”), Charles Tomlinson lo comparó con una especie de “collage cubista” y, de alguna manera, se podría decir lo mismo de esta obra, ya que la poeta mexicana aglutina orgánicamente voces coloquiales, tiempos y realidades simultáneas…”

Diálogo imposible y sin embargo consumado entre un par de poetas: la norteamericana Marianne Moore (1887-1972) en cuyos alucinantes campos la nuestra corre, llora y muere. El libro comienza in media res y eso marca el tono; también las reiteraciones: hay globos que flotan en el aire como si fueran enormes copos de nieve, hay cielos rojos con y sin estrellas. ¿Habrá que recordar que la palabra verso viene del latín versus, que alude a la línea o surco que da vuelta?

Hay un aliento narrativo: Ella, la madre, tiene ocho hermanas, Serafina, la mayor, vende telas para las partes íntimas de las mujeres. Cuando niño, su padre tuvo un primo de nombre Caín quien muere ahogado ante el pasmo del pequeño. Cuando crezca se habrá de enamorarse de una hija tuerta de Serafina (“Ama su vacío en el ojo derecho”). Tendremos noticia de otros personajes; el señor Plinio con sus tres dientes de oro y un hombre de gafas negras que viste traje oscuro con delgadas líneas amarillas. Pero no nos confundamos: “Es campo, hay lluvia. Todo es pensamiento.”

La presencia de Euclides en el volumen (amueblado con ilustraciones de la Geometría descriptiva de Adrián Giombini) es evidente, pero no soy yo el indicado para encontrar paralelismos, ni para penetrar en planos verticales, perpendiculares y puntos de fuga; en la geometría soy un forastero. Mi alegato pasta en la llaneza. No todas las novedades poéticas me deslumbran; estos poemas de María Baranda sí; reconozco en ellos la voz que me interesa: la otra voz. En sus versos hay frases como aves y verbos que se prueban en la sangre. María Baranda se oculta detrás de la palabra asombro. Leamos:

“Este bosque al que entré siendo una niña/ con la única razón de ir a buscarla,/ tal vez sea/ el mismo bosque en el que sigo/ sofocada en sus cúpulas y ramas, / con el ruido de sus hojas secas, / pestilentes bajo el cuerpo. Este bosque sombrío que antes parecía impenetrable/ como la sombra azul de su recámara,/ tiene el mismo haz de luz/ que aún cruzan los venados que jamás tuvieron una vida/ en ese mundo con su bruma,/ sus flores diminutas y sus nubes/ que casi no se iban. Este bosque/ es el mismo que nos leían cuando niños, / donde había un poco de pan, / unas cuantas migajas aguardándonos, / pero nosotros, / en lo más inútil y desconocido de ese tiempo, / nunca supimos cuál era el regreso/ ni para qué lo haríamos”.

ENVÍO señal de gratitud al equipo de la editorial Odradek, en especial al generoso poeta Ángel Cuevas, quien puso este libro en mis manos.

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