La palabra “educar” tiene sus raíces en el latín, específicamente en los verbos “educare” y “educere”. “Educare” significa “conducir, guiar, orientar, criar, alimentar”, mientras que “educere” significa “hacer salir, extraer, dar a luz”. Ambos verbos, con matices diferentes, contribuyen al significado de educar en español.
El día de ayer, 15 de mayo, se celebró en todo el país el Día del Maestro, no de los “profes”, que implica un cariz peyorativo. Los maestros, asisten a la escuela para tomar en sus manos el mandato que su vocación les marca, de conducir, orientar, formar, bajo un plan previamente concebido, donde el alumno, es inducido a que tome el camino que lo lleve a una vida productiva y exitosa, con un profundo respeto a su individualidad y a construir su futuro con alta autoestima. Quien prodiga con su experiencia la luz necesaria para conducir a sus discípulos a encontrarse a sí mismos y su vocación.
Ser maestro, es un Don, la palabra maestro es aplicable a un individuo que ejerce a la perfección una actividad, conoce los secretos que llevan al éxito.
Para ser maestro, en educación se requiere poseer la capacidad de transmitir sapiencia y orientar a los alumnos.
Un “profe” asiste a la “chamba” reparte temas para que los alumnos expongan, regala puntos por actividades extracurriculares y poco le interesa si se cubrieron los objetivos de los programas desarrollados. Cumple, hasta cierto punto con horarios, y está pendiente de los puentes y las vacaciones y piensa en la jubilación para “dedicarse a lo que le gusta.
La palabra chamba, es de origen mexicano, nacida en los años 40’s cuando los obreros acudían a las cámaras de comercio (Chamber of Commerce) de la frontera con Estados Unidos, donde los contrataban para hacer jornales en “el otro lado”, ellos se comunicaban y decían “Vamos a la chamba” siguiendo el sonido de la pronunciación en inglés de la palabra chamber.
Ser maestro no es una chamba, es una función social determinante, para la formación de las nuevas generaciones y debe ejercerse con dignidad y respeto a sí mismo, conscientes de la importancia de tal encomienda.
Les comparto algunos poemas de una servidora al respecto, dedicados a quienes ejercen con amor respeto y dignidad tan importante misión.
Maestro
¡Tú! Que labras con infinito amor
tiernas conciencias
y que abrazas con profunda vocación
tan noble tarea
¡Tú! Que sin ninguna condición
y con infinita paciencia
brindas la luz de la educación
y das lo mejor sin reservas
¡Tú! Que eres para la nación
cimiento de donde se proyecta
la fuerte edificación
del progreso y la ciencia
¡Tú! Que en mis momentos de desolación
eres bálsamo que consuela
y guías mis pasos a la reflexión
para recorrer del triunfo la senda
¡Tú! Que posees el gran DON
de proyectar tu propia esencia
y hacerla llegar sin distinción
a las diversas inteligencias
Hoy quiero con emoción
poder regalarte la flor más bella
mi cariño y mi devoción
por ser cual brillante estrella
Yo te doy mi mejor canción
de las flores su esencia
un pedazo de mi corazón
y mi gratitud eterna
15 05 02
SÍ, ¡MAESTRO!
Soy maestro porque en mis venas
circula tinta para escribir
en la conciencia de los alumnos
el alfabeto del buen vivir.
Soy sembrador que por el camino
quiero plantar del saber la simiente
el intelecto, es campo fértil
ahí la ciencia siempre florece.
Es mi palabra viento que sopla
que a todos lados quiere llegar
llevando a las jóvenes conciencias
el genuino deseo de triunfar.
Soy maestro porque en mi esencia
está firme el deseo de enseñar
y no habrá obstáculos que limiten
mi sed infinita de aprender y educar.
Soy caminante que por la senda
al horizonte suele mirar
vislumbrando el arco iris
que siempre tratamos de alcanzar.
Soy maestro, ¡sí! ¡orgullosamente!
en donde quiera que yo esté
camino firme, la frente en alto
y el corazón henchido de fe.
Quiero Ser
¡Yo quiero ser educador!
y cincelar con amor esas conciencias
que ávidas, buscan con fervor
escalar los caminos de la ciencia
¡Quiero ser educador! Me dije
tendré la mente siempre abierta
y podré rebasar cualquier dique
que pretenda poner freno a mi carrera.
¡Yo quiero ser un buen profesor!
y no del aula un mercenario
que tan solo ve en la profesión
simple rutina, el devengar un salario.
Quiero ir al encuentro del futuro
con el prístino coraje del que gana
del que nunca espera sentado el fruto
del que sabe cultivar con esperanza.
¡Yo quiero ser educador!
y poder dejar en el alma del niño
dulces destellos de gratitud y amor
y nunca rencor por injusticia y castigo.
Yo quiero dejar en mi camino
vestigios de mis pasos cada día
y no un fantasma gris y anónimo
que pasa sin trascender en la vida.
Quiero ser eterno peregrino
de campos, caminos y veredas
y a mis paso enseñar a los niños
como poder alcanzar las estrellas.
Quiero ser un buen maestro
quiero ser YO MISMO en la escuela
cultivar el saber con cariño y respeto
y saber dar lo mejor que tenga.
Quiero caminar por los senderos
y al mirar un día lo recorrido
ver en mi cielo brillantes luceros
y poder decir ¡siempre he cumplido!