Ser mujer, ¡es un privilegio! En 1857, 129 trabajadoras textiles murieron en un incendio en la fábrica Cotton de Nueva York mientras protestaban por sus condiciones laborales. En 1909, se celebró el primer Día Nacional de la Mujer en Estados Unidos. En 1975, la ONU celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo. En 1977, la Asamblea General de la ONU adoptó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.
Si bien, el Día Internacional de la mujer es trágico en sus orígenes, hoy celebramos año con año que la mujer, a nivel internacional, va conquistando su justo espacio en la sociedad, a base preparación, trabajo, dignidad y el valor de hacer escuchar las voces femeninas en el mundo. Aún hay mucho por hacer, existen grupos femeninos vulnerables, a expensas de un machismo enfermizo que debe combatirse sin descanso, pero las voces de libertad e igualdad de derechos, son cada vez más fuertes.
Honremos a las pioneras de este importante movimiento, que ofrendaran sus vidas, en aras de la igualdad de derechos, luchando sin descaso contra la violencia y la opresión, esgrimiendo las armas más poderosas; estudio, trabajo, unidad y lucha por los derechos de la mujer, sin olvidar que somos el sexo fuerte, capaz de engendrar vida y con la fortaleza del viejo roble que se aferra a la tierra con sus raíces para ofrecer un remanso de paz bajo su fronda.
Les comparto algunos poemas que he escrito a lo largo de mi quehacer literario.
Porque soy lo que soy
Porque nacimos
con una Gracia especial
y un corazón poderoso
porque nuestra alma es fuerte
y capaz de amar sin medida
porque Dios nos regaló
el Don de generar vidas nuevas
y moldear conciencias.
Porque somos roble que guarece
en el andar por los caminos
fiera defendiendo a su estirpe
reciliente espíritu que dibuja una sonrisa
aunque el alma esté en pedazos.
Dulce caricia que consuela
manos que enjugan lágrimas
y conducen con firmeza
hacia la superación.
Madre, esposa, hija, luz que guía
regazo amoroso que ampara
caudal de pacifica
y sacia la sed del alma.
¡¡Soy mujer!!
Soy rosa, soy viento soy suspiro que se aleja
en busca de la brisa y de ese “yo” que nadie,
tal vez ni yo misma conozca.
Soy perfume, sangre viva
hierba fresca cubierta del rocío
que deja el amanecer.
Soy vientre que germina
intelecto siempre buscando
en las intrincadas veredas
de su propia identidad.
Soy lágrima escondida, beso furtivo
Soy suspiro que viaja hasta el mar
letra que gravita pretendiendo ser poesía
libertad encadenada…
Soy a la vez vereda y caminante
dorada y frágil espiga
y poderosa raíz que sustenta.
Soy luz que acaricia
o feroz rayo que horada conciencias
Soy la voz que encierra
los cantos secretos de todas las aves del universo.
Soy esperanza que espera…
lluvia de pétalos que nunca marchitan
ni pierden su perfume y su color…
Soy noche mullida que amorosa acuna a las estrellas
y arrulla a la luna mientras duerme…
Soy, simplemente ¡MUJER!
Quiero ser como el agua
Quiero ser como el agua
versátil
que en cualquier receptáculo se acomoda
y sabe adaptarse a cualquier forma
llenando espacios hasta el último rincón.
Quiero ser como el agua
que sabe encontrar la más imperceptible grieta
para escapar silenciosa y plácidamente
de cualquier espacio que intente contenerla.
Quiero ser como el agua
maleable, huidiza, inatrapable incontenible…
Capaz de rugir como la voz de Zeus
estremeciendo el corazón mismo de la tierra
o cantar la más dulce melodía
bajando desde la montaña en caudales de plata.
¡Quiero ser como el agua!
Impredecible.
Elevarme convertida en nube
y bajar de nuevo como llovizna o chubasco.
Quiero ser como el agua
porque en su líquida entraña
lleva atesoradas la esencia de la vida y la libertad.
A pesar de su maleabilidad y transparencia
no deja traslucir sus secretos.
Hielo que hiere, torrente que abraza
nube que acaricia
lago cristalino, turbia laguna que no permite
penetrar en sus secretos más íntimos
polifacética y veleidosa, misteriosa …
¡al fin mujer!