diciembre 4, 2024
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Libertad García Cabriales

Días santos. ¿Esencia o apariencia?

marzo 25, 2024 | 388 vistas

Sólo quien se empeña en conocerse por dentro puede disfrutar de su verdadera esencia, y, por lo tanto, de la vida: Xavier Guix

Los tiempos actuales han convertido como nunca a la apariencia en un gran negocio. Y no es que antes no hubiera interés, pero el surgimiento de las nuevas tecnologías aumentó de forma exponencial el papel de la apariencia en todos lados. No sólo en las mujeres, no sólo en los jóvenes, no sólo en las celebridades, no sólo en los políticos; pues si algo hay democrático es el acceso a las redes sociales. Hasta en los lugares más remotos o marginados hay celulares y por lo tanto fotos, exhibición, morbo, apariencia.

Basta ver en qué manos están las mayores fortunas del mundo y sabrá usted por donde masca la iguana. Los amos de la tecnología y los grandes marchantes de ropa están en todas las listas de súper millonarios en el mundo. Amancio Ortega con su “fast fashion” que vende como pan caliente sus prendas en su cadena internacional de tiendas y los magnates tecnológicos apellidados Musk, Bezos, Gates, Zuckerberg, Buffet y otros, quienes con sus empresas han sabido potenciar las humanas ganas de tener cinco minutos de fama. ¿Quién tira la primera piedra en esta locura donde parece ganarle la apariencia a la esencia?

Ya lo dicen los expertos, antes se buscaba identidad a través de la ropa, ahora ya no es ser, sino parecer lo que cuenta. Pura apariencia. Y el devaneo no tiene distingos. Para todos los bolsillos hay oferta. Y si no hay liquidez, ahí están las tiendas dando créditos para comprar ropa y celulares pagando por semana. Para eso también tenemos los magnates mexicanos. Slim, Salinas Pliego y compañía. Siempre hay cerca una tienda, una tecla para oprimir, comprar lo que se antoje y después aparecer en redes para ser vistos por los “amigos”. Y si no les gusta, pues ahí están los filtros y efectos para verse como estrellas de cine. Pura apariencia.

Y la apariencia no está solo en la ropa. También es un tema de conducta. Los políticos son maestros. Cuántos de ellos aparentando tener matrimonios perfectos, ser buenos cristianos, padres amorosos, cuando se sabe todo lo contrario. Porque las apariencias ya no engañan fácilmente, pues también hemos aprendido a detectar las monas y monos vestidos de seda Y no sólo en los políticos. Las redes sociales muestran cotidianamente este afán de muchos por mantener las apariencias a través de fotos de familias y cuerpos perfectos en constante competencia. No se me olvida la jovencita que dejó de comer para presionar a sus padres a comprarle una bolsa como la de una amiga que subió a instagram. Vivimos en un mundo de mucha apariencia y sustraerse a ello resulta muy complejo porque todo un sistema nos envuelve.

Buscar la esencia entre este vendaval no parece fácil. Pero se puede. Porque lo esencial casi siempre está cerca y no lo vemos, no lo sentimos. En estos días, cuando se recuerda la muerte y resurrección de Jesucristo, es la esencia de lo humano lo que se manifiesta: amor al prójimo, perdón, humildad, solidaridad. Eso es lo que verdaderamente trasciende. No el mejor viaje, ni la mejor casa o marca, ni el número de seguidores en redes, ni el efímero poder político. La esencia está dentro de nosotros, sabiéndonos imperfectos, falibles, mortales; pero buscando siempre hacer la parte que nos toca para mejorar este mundo plagado de violencia y apariencia.

Todos podemos. Cada día una buena acción por pequeña que sea. Dar amor para empezar. Ahí está la esencia en el mensaje del hijo de Dios. No en la hipocresía de los “sepulcros blanqueados” que como en el tiempo de Jesús, siguen vendiendo sus mentiras. Lo esencial está en lo profundo del ser y cuando lo descubrimos la vida cobra sentido, pese a todas las adversidades, las piedras del camino. Mientras escribo pienso en el mensaje que esta semana nos une a tantos seres humanos. La resurrección como enseñanza para todos. Renacer a la esencia del amor y de la vida buena, la que no se compra con dinero ni requiere presumirse en las redes.

Es Semana Santa y mucho ayudaría en estos tiempos de violencia y apariencia, enseñarles a nuestros niños los fundamentos del pensamiento cristiano. Parábolas que han trascendido el tiempo y el espacio sin perder su esencia. Palabras que pueden parecer complicadas si se leen en los libros sagrados, pero se reducen a algo muy sencillo: “amarse los unos a los otros”. Si esto sucediera, no necesitaríamos nada más para vivir en armonía. Si el motor de nuestro quehacer fuera el amor, las cosas serían muy distintas. Finalmente, la resurrección es el triunfo del amor y de la vida sobre la muerte.

¡Felices pascuas!

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