El día tres de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Por ello me parece importante considerar cómo se ha dado la interacción de esta condición a través del tiempo al interior de las aulas.
Antaño, las personas con alguna discapacidad no recibían atención de tipo educativa o formativa de ningún tipo, en los 80s, con el comienzo de los servicios de educación especial, se da apertura total a que los alumnos con alguna discapacidad estudien en las mismas escuelas que el resto de los alumnos.
Al comienzo no hubo gran problema puesto que el ya desaparecido programa de Carrera Magisterial (estímulos económicos al desempeño docente), les daba “puntos” por decirlo de alguna manera y entonces los docentes, con tal de recibir el beneficio, aceptaban a los alumnos, sin embargo, el trabajo era meramente asistencialista y el aprendizaje recaía enteramente en el alumno o sus familias, por lo que condiciones de tipo intelectual no eran bien canalizadas. El apoyo dependía de la actitud del docente y de su compromiso. Vocación, responsabilidad, dar un poco más de lo que nos corresponde como siempre, pero sin que ello implique pasar sobre el bienestar del docente.
Con este proceso llego la integración. Que luego dio paso a la inclusión. Solo en cuanto a terminología porque en la realidad yo sigo dudando que la integración sea una realidad en todas partes.
Esta conmemoración promueve el desarrollo, la inclusión (como un valor y sobre todo un derecho fundamental), los derechos humanos y el bienestar de todas las personas con discapacidad y visibiliza la situación de vulnerabilidad de este grupo poblacional en todos los aspectos de la vida, como docentes nos toca, como. Ya lo mencioné la parte de educación.
Primero es importante definir que una persona con discapacidad es aquella que tiene deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, en interacción con diversas barreras, pueden obstaculizar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás, en nuestro caso los alumnos.
Al ser un abanico tan grande de posibilidades de discapacidad, también lo es el tipo de trabajo que se puede ofrecer a nuestros alumnos. Como especialista recuerdo en la normal, clases con metodologías y estrategias de atención para cada área de discapacidad, pero al final de cuentas eso no es inclusión, porque el trabajo no es solamente del maestro de apoyo.
Y es que si para la Unesco, garantizar la igualdad de oportunidades para todos en materia de educación sigue siendo un desafío a escala mundial, el desafío del docente no es menor. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 en lo relativo a la Educación y el Marco de Acción Educación 2030 hacen hincapié en que la inclusión y la igualdad son los cimientos de una enseñanza de calidad.
Aunque la “calidad de la educación” ya pasó de moda y ahora buscamos una “educación de excelencia”, en cuestión de inclusión seguimos avanzando a babysteps (“pequeños pasos” pa’los que no tienen teacher en su escuela, que son un montón, pero ese es otro tema).
El punto es que el proceso de integración no es responsabilidad del docente especialista, la inclusión no es una metáfora y la equidad para personas con discapacidad no es nada más poner rampas o hacer adecuaciones curriculares. Es más bien un conjunto de cosas para lograr darles a los alumnos la atención que requieren sin importar su condición, raza, etnia, sexo, estatus socioeconómico, cultural y obviamente discapacidad.
La discapacidad tiene una clasificación propia que incluye la física: cualquier limitación de movimiento o parálisis de extremidades; sensorial: visual o auditiva de tipo parcial o total; cognitiva: incluye aquellas que afectan o impactan en la forma de pensar, sentimientos, humor, habilidad de razonamiento y otros comportamientos varios; e intelectual: son las limitaciones en el funcionamiento intelectual y en el desarrollo de habilidades adaptativas de acuerdo a su edad y contexto o entorno social.
Conmemorar el día de la discapacidad da visibilidad social, pero en educación si no hay acciones más integrales, visibilizar un problema no sirve de nada, más que para echarnos la culpa unos a otros. No es nada más poner la etiqueta a un alumno con discapacidad sino involucrarnos en el trabajo que ellos necesitan.
¿Y si actuamos más y opinamos menos?