Claudia Vázquez
Dicen que cuando Dios da, da a manos llenas, y quizás esta frase o presunción popular también aplica para la política, porque el Movimiento de Regeneración Nacional está quedando como amo y señor del ámbito político de México, porque sus principales opositores están más entretenidos destruyéndose entre sí, que conformando una verdadera oposición.
Como ejemplo tenemos a los priistas, que hacen todo lo posible por evitar que su dirigente nacional Alejandro “Alito” Moreno se apropie de lo que queda del otrora poderoso PRI, lo que ha llevado a la desbandada de militantes, y a otros, los detractores, claro, pues simplemente los han expulsado, como es el caso del senador Manlio Fabio Beltrones.
Y en el Partido Acción Nacional la situación no es distinta, porque pese a que podría ser el principal opositor a Morena, o mejor dicho al gobierno de la cuarta transformación, no terminan por ponerse de acuerdo.
La situación es tan grave, que existe la amenaza de una desbandada si el actual líder nacional, Marko Cortes, no renuncia a la presidencia del partido.
Personajes como Manuel Gómez Morín Martínez del Rio, advirtió que si no “suelta al PAN”, al que aseguran tiene secuestrado, lo abandonarán y el llamado a esta acción fue a los más de 300 mil militantes que conforman su padrón.
La verdad es que no son pocos los panistas inconformes con el también senador Marko Cortés, incluso lo acusan de no haber logrado frenar la famosa reforma judicial.
Así que el PRI por un lado está tocando fondo y su líder nacional carece de credibilidad y hasta de calidad moral para descalificar cualquier acción del gobierno en turno.
Y el PAN, que quiérase que no, aún tiene presencia y fuerza política, pues representa la segunda fuerza política nacional, está cada vez más dividido, fragmentado, y las figuras de reconocimiento popular pareciera que no tienen la menor intención de intervenir para recuperar la posición del partido, al cual se le reconoce, en su momento fue la mejor oposición del país.
A este paso, quizás la “oposición”, o lo que queda de ella, debería reestructurarse y conformarse en un solo partido, con un nuevo rostro, aunque en el fondo, como le sucede a Morena, sigan siendo los mismos.