Catón.-
Mi mamá sabía mucho de economía. De economías, más bien. Ama
de casa, madre de cuatro hijos, esposa de modesto empleado de oficina,
debía hacer más milagros que los de todos los santos y santas de la
atestada corte celestial a fin de que el escaso sueldo de mi padre alcanzara
para cubrir los gastos de aquel humilde hogar, si me es permitida esa
expresión cantable. Por desgracia no heredé su ciencia: a mí el dinero se
me escurre como agua entre los dedos, y si no me faltó casa, vestido ni
sustento fue sólo gracias a la sabiduría de mi esposa, cuya previsión evitó
siempre que mis imprevisiones nos perjudicaran. Actuó también en mi favor
la misteriosa providencia que cuida lo mismo de las aves del campo que de
los pendejos. Como no sé de economía no puedo explicar entonces la
apreciación del peso frente al dólar, insólito fenómeno que hacía mucho no
veíamos y que a unos beneficia y perjudica a otros, como casi todas las
cosas de este mundo. Tampoco soy capaz de entender el descenso en el
número de pobres del país, pero debo creer que ha sucedido, por más
alguna lucecita roja se encienda en mí y me advierta que el tal descenso se
ha registrado en el preciso instante de la aparición de Xóchitl Gálvez en la
carrera por la Presidencia. Pero si le creí al Inegi cuando señaló el aumento
de la pobreza en México, también debo creerle ahora que registra su
disminución. Esperemos que la realidad no tenga otros datos, y que la
economía no se mezcle con la política, pues raras veces la política ha
hecho caso de la economía. Dos pollos se estaban asando en el rosticero.
Le dijo uno al otro, exasperado: "El calor lo paso. Lo que me encabrona es
el tubo en el fundillo". Aquel señor quería mucho a su micho. Popular
apelativo es ése para nombrar en México a los gatos. Es de saberse que los
antiguos mexicanos no conocían al gato. Cuando los españoles lo trajeron
los aborígenes lo llamaron "mizto", voz que significa leoncito, pues les
recordaba al puma, miztli. De aquella palabra náhuatl, "mizto", los recién
llegados formaron los vocablos "micho" "michito", "miche", en uso hasta
nuestros días. Pero me estoy desviando de una historia que ni siquiera he
comenzado. Sucede que el señor que digo salió de viaje y le pidió a un
amigo que le cuidara a su querido gato. No cuidó bien del minino el tal
amigo, pues al pobre animalito se le acabó la vida de repente por
desconocida causa. El amigo, entonces, le envió un escueto mensaje al
dueño del micho: "Tu gato se murió". Grandes fueron la pena y
consternación del señor, quien a su regreso le reclamó a su amigo haberle
dado la mala nueva en modo tan brusco. "Debiste haberme preparado
gradualmente para recibir la noticia -le indicó-. Por ejemplo, decirme en un
primer mensaje: 'Tu gato subió a la azotea'. Luego: 'Tu gato resbaló y cayó'.
Después, en un tercer mensaje: 'Tu gato está muy grave'. Y por último: 'Tu
gato murió'. En vez de eso me diste la noticia de sopetón, y recibirla así me
dolió mucho". El amigo, apenado, admitió el réspice o regaño, pues supo
que el señor tenía razón. Salió el señor otra vez de viaje, y a los pocos días
recibió un mensaje de su amigo: 'Tu mamá subió a la azotea'". Antes de que
se supiera sobre el daño que causa el tabaco -eso de "Sobre el daño que
causa el tabaco" es el título de un bello y triste monólogo teatral de Chejov-
se decía que las tres mejores cosas de la vida eran una copita antes y un
cigarrito después. FIN.
MANGANITAS
Por AFA.
". El MC no acaba de decidir su papel en la elección del 24.".
Se le nota reticente.
El por qué nadie lo sabe.
Esperemos que no acabe
de esquirol del Presidente.