Esta semana me tocó ver un evento de educación en el sur del estado, con todo el bombo y platillo tanto la SET como el SNTE y el Gobierno del Estado entregaron varios tipos de apoyo para “brindar justicia social y laboral” a los docentes. Toda la cobertura y todas las autoridades en educación, nacional y estatal.
Honestamente hacía tiempo que no veía tanta gente junta. Parecía mitin político, con todo y pancartas. Y no es porque este sea año electorero pero algunos discursos parecían más bien estar buscando votos que celebrar los beneficios de los profes.
Pero bueno, eso tema no es tan relevante como la cantidad de basura (sí, leyeron bien BASURA) que quedó en el recinto al terminar. Y es que no parecían profes, preocupante pensar que esas personas desconsideradas educan a mis alumnos o a sus hijos.
No solo eso, el evento empezó tarde y al poner el coffe brake fue irónico ver personas (esperaría que no hayan sido docentes) arrebatándose los insumos, los mismos que les dicen a los niños y jóvenes que las cosas se tienen que pedir por favor y que se tienen que formar cuando ni una fila pueden hacer… ya no hablemos de seguimiento de instrucciones.
Bueno, volviendo al tema de la basura. En el aula hablamos de reciclaje, de educación ambiental que teóricamente es la que promueve el combate al deterioro ecológico, instrumentando los medios y medidas adecuados (ahorro y cuidado del agua y de la energía eléctrica, cuidado y reciclaje de desechos, entre otras que han venido en los diversos programas de educación), lo que ha venido representando una contribución al cuidado del medio ambiente en la actividad cotidiana al interior y exterior de las escuelas, por parte de toda la comunidad educativa.
El tema es claro y no es nuevo, desde el Programa Nacional para la Modernización Educativa 1989-1994 (Promode), de establecía ya la incorporación de contenidos sobre la dimensión ambiental con base en tres ejes:
Primero los problemas ambientales, que si bien no son los mismos no es tampoco como que hayan cambiado mucho, al contrario, solo van en aumento; segundo, las alternativas para prevenirlos y disminuirlos que también se han diversificado y por último los valores para una mejor convivencia social que incluían ya desde esos años el respeto mutuo, la responsabilidad, la equidad y la colaboración, entre otros.
Hoy por hoy, la NEM (Nueva Escuela Mexicana pa’ los que no son docentes) pretende proporcionar educación y práctica ambiental que busca la preservación del entorno, promoviendo un pensamiento crítico, tanto para generar nuevas ideas de desarrollo sostenible, como para analizar los patrones de vida y consumo actuales. Pero como vamos a enseñar algo que no tenemos.
Será posible enseñar a nuestros alumnos a que se formen mientras yo me meto en la fila del registro en un evento. O enseñar a los niños la importancia del reciclaje mientras dejo cientos de botellas de agua entre las sillas en un evento de más de mil personas. Quizás se pueda enseñar responsabilidad cuando trato de hacerme pasar por un compañero para firmar por porqué se fue temprano. U honestidad cuando cubro a alguien que no ha llegado a tiempo para separarle un lugar habiendo personas que llegaron temprano de pie. O ya se perdido colaboración y trabajo en equipo cuando cada uno quiere ver por intereses personales y no de toda la institución, nivel, sector o región.
La Secretaria dice que el camino es educación, educación y más educación… el Secretario General dice que todos queremos lo mismo, el Gobernador habla de humanismo, y las autoridades federales buscan la continuidad de los avances. Pero cuando vemos el caos vial para salir de un recinto donde están marcados claramente los accesos lo único que se me ocurre es pensar ¿Si será el problema las autoridades? Porque como docentes ha como nos encanta echar la culpa pa’ arriba.
¿Y si empezamos a educar con el ejemplo?
Es pregunta.