enero 26, 2025
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Alicia Caballero Galindo

Educación cívica

enero 16, 2025 | 71 vistas

Alicia Caballero Galindo

 

Para empezar, es importante entender que es educación. Procede de dos vocablos con distintos significados; “educare”, que significa entrenar o moldear, y “educere”, que significa conducir. Existe una base etimológica para muchos de los acalorados debates sobre la educación en la actualidad. Los bandos opuestos a menudo utilizan la misma palabra para denotar dos conceptos muy diferentes. Un bando utiliza la educación para significar la preservación y transmisión del conocimiento y la formación de los jóvenes a imagen de sus padres. El otro bando considera que la educación prepara a una nueva generación para los cambios que están por venir, preparándolos para crear soluciones a problemas aún desconocidos. Uno exige memorizar y convertirse en buenos trabajadores. El otro requiere cuestionar, pensar y crear. Para complicar aún más las cosas, algunos grupos esperan que la escolarización cumpla ambas funciones. El equilibrio en los objetivos educativos es un enfoque válido para los educadores. Para lograr un cambio en el pensamiento, los educadores deben examinar su propio dominio personal y sus modelos mentales de la educación.

Lo cierto es que, para vivir en sociedad, los seres humanos requieren de normas para manejarse en grupo de acuerdo a sus leyes, religión y costumbres de carácter social, además respetar los lineamientos de la familia a la que pertenecen, es necesario puntualizar que, la familia funcional, es la célula esencial que constituye el entramado de una nación, estado y ciudad. La formación ética y cívica, se inicia en el hogar, hay una delimitación muy clara de lo que se aprende en el hogar y la escuela. Por eso se dice que hay una gran diferencia entre aprender las normas morales del hogar y el prepararse para enfrentar los retos del futuro, ambas son importantes y complementarias.

Para convivir sanamente dentro de un grupo ya sea escuela, trabajo, ciudad, estado o nación, es necesario observar normas que llevan al individuo a respetar los derechos de sus semejantes. Los límites de la libertad individual están marcados por los derechos de los miembros del grupo al que pertenece.

El filósofo Aristóteles (384-322, a. de C.) afirmó que “el hombre es un ser social por naturaleza”, consideraba que el hombre nace con una característica social que desarrolla a lo largo de su vida. De ahí la frase “el hombre, aislado, no existe.” Se quiere puntualizar que, para dejar testimonio de su paso por la tierra, es necesario desarrollarse en sociedad, para dejar testimonio fehaciente de la cultura característica del grupo.

La poca reflexión del tema en instituciones educativas y centros de trabajo, así como la equivocada interpretación de los Derechos Humanos, ha generado en las sociedades modernas, una relajación de la civilidad y respeto por los semejantes, tanto en su conducción pública como en el hogar y los centros educativos.

El comportamiento de los conductores de vehículos automotrices se observa la falta de respeto de un considerable número de personas, por ejemplo, cuando observan la luz ámbar en un semáforo, en lugar de frenar, aceleran, provocando choques, a veces con consecuencias sangrientas. Cuando un conductor tiene luz verde, tiene qué esperar a los violadores que se pasan en luz roja francamente. Es realmente penoso ese mal hábito, y sobre todo, no hay quién lo censure. La proliferación de los motociclistas, sobre todo, los que reparten productos, ha generado una serie de percances, porque no respetan las reglas de tránsito; rebasan por cualquier lado, no obedecen las señales de “alto”, circulan por las banquetas, y la mayor de las irresponsabilidades: transportan pasajeros en forma inadecuada, hay motociclistas que llevan adultos y niños sin conciencia del peligro que corren. A la hora de un percance, siempre culpan al automovilista y es frecuente que el accidente se deba a la imprudencia del motociclista.

Otra falta de ética y civilidad se observa cuando en los cajones de estacionamiento destinados a personas con capacidades diferentes son usados por quienes no tiene impedimento para caminar.

En una ocasión observé al conductor de un vehículo con placas mostrando una silla de ruedas, sin embargo, se bajó tranquilamente sin ninguna dificultad. Me atreví a hacerle la observación y me contestó con suficiencia que había una persona con discapacidad en el automóvil, por eso se paró ahí ¡pero ella no se bajó! Ante tal ignorancia y falta de civilidad, permanecí en silencio, para no arriesgar mi integridad.

¿Es muy difícil entender que estos espacios son para conductores con alguna problemática locomotora?

Es urgente proporcionar información a los conductores en esas dos situaciones planteadas, para una mejor convivencia dentro de la sociedad. Sería pertinente, lanzar campañas de parte de las autoridades, tendientes a concientizar al público sobre el uso adecuado de los cajones de personas con capacidades distintas: los espacios son para los conductores con problemas de motricidad, si el conductor puede caminar, debe dejar el espacio libre para quien lo requiera.

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