Ana Medina
El Programa Binacional de Educación Migrante (Probem), teóricamente, es una respuesta de los gobiernos de México y Estados Unidos a la problemática educativa entre ambos países, con este programa busca asegurar con equidad y pertinencia la continuidad y calidad de la educación básica para las niñas, los niños y los jóvenes migrantes binacionales.
Sin embargo, cuando viví en Matamoros como docente especialista de secundaria durante alrededor de siete años, la verdad es que dentro del estado de Tamaulipas en un tanto desconocido.
El Probem surge a partir de 1982 como una alternativa para apoyar el proceso educativo de los estudiantes migrantes que transitan entre México y Estados Unidos de América (EUA), en la frontera tenemos la Casa del Migrante y se brinda atención de salud y legal para mexicanos y extranjeros que llegan a la frontera.
Pero, como docente qué es lo primero que hacemos en las escuelas ¿solicitar un acta de nacimiento o un CURP – Clave Única de Registro de Población?
Cuando los padres no son capaces de conseguir estos documentos tristemente nos enfrentamos a escuelas que niegan el servicio educativo, lo cual no solo es terrible, sino también un delito; no debería ser posible coartar el derecho a la educación de los niños.
Según la Unesco, la educación es una herramienta indispensable para defender la libertad y la dignidad de todos los migrantes, la educación es una condición necesaria para que se conviertan en miembros de pleno derecho de la sociedad que integran.
Como maestros deberíamos tener una aspiración legítima de brindar este tipo de educación, pero debido a los obstáculos que se enfrenta en el terreno fronterizo de nuestro estado la verdad es que no es una prioridad.
En México el derecho a la educación a menudo se da por sentado… hasta que nos lo quitan. Y si no fuera porque en varios temas esta semana surgió el ítem de educación migrante no habría recordado lo difícil que resulta en la frontera el apostillar el acta (trámite para un acta americana con valor mexicano) o conseguir un documento cuando vienen de otro país.
Durante la pandemia en la frontera (y en varios lugares de México) nos enfrentamos a “las olas” de migrantes que llegaron tratando de alcanzar “el sueño americano”. En la mayoría de esos grupos era posible identificar niños de todas las edades y niveles educativos.
Y aunque como docente sepamos que para los refugiados la educación es el mejor modo de convertirse en miembros de pleno derecho de la sociedad de su país de acogida, en muchos de los casos es maratónico lograrlo.
Los trabajadores migrantes corrientes y sus hijos se benefician intelectual y socialmente de la escuela (cuando aceptan asistir) donde adquieren conocimientos sobre la sociedad que integran. Los solicitantes de asilo que aguardan una decisión sobre su futuro no priorizan el tema educativo en muchos casos y esto es aún más necesario en el caso de los menores no acompañados. Para los migrantes indocumentados, el acceso a una educación básica aporta una cierta estabilidad cuando es aceptado y beneficia emocionalmente, además de aumentar su autoestima.
El derecho a la educación “obliga” a los Estados a dar acceso a servicios y a recursos financieros para que nadie se vea privado de competencias escolares básicas, por hablar sólo del mínimo indispensable.
Tamaulipas tiene sus acciones el propósito principal de proporcionar servicios educativos de calidad, equidad y pertinencia… ¿qué tan viable es lograrlo?
¿Qué tan real es que en nuestras fronteras se atienda educativamente a los niños migrantes?
Cuando lo más preocupante es la seguridad y lo económico, tristemente la educación pasa a un segundo término. Espero que ahora que estamos trabajando en este sentido los resultados sean mejores que en otros momentos, cuando los niños se volvieron solo un número y no un recurso humano.
El maestro puede hacer magia en las escuelas y eso ha quedado confirmado en muchos contextos de nuestro estado, pero a veces los milagros de la voz docente no alcanzan todos los rincones que deberían.
Que cada uno haga lo que pueda desde su trinchera…