noviembre 21, 2024
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Alicia Caballero Galindo

El abrazo

marzo 14, 2024 | 194 vistas

La primera vez que te vi, llegué llena de prejuicios; los seres humanos, somos complicados y colocamos candados y barreras para preservar esa integridad emocional tan valiosa para el equilibrio interno. Al verte, algo en tu mirada, me atrajo sin poderlo evitar, en el eco de tu voz, tu sencillez y franqueza, tu sonrisa abierta y limpia, me hicieron bajar la guardia y sentí gran afinidad con tu forma de ser, tal vez por saberte en la misma frecuencia. en algún momento, tú lo mencionaste sorprendido al darnos cuenta de tantas coincidencias. Cuando estrechamos las manos en señal de saludo, sentí tu energía y me gustó. Después de intercambiar impresiones y descubrir infinidad de puntos en común, sentí que había una comunicación especial, e identidad de pensamientos. Por alguna razón, deseaba volver a verte, para mí fue muy importante tu acogida después de ser rechazada en otros tiempos.

Arrastro en mi existencia, muchos rechazos por ser distinta a la mayoría de las personas, razón por la cual me he encerrado en mi mundo. Después de la muerte de mis padres, hace ya, mucho tiempo, las expresiones de ternura, son poco frecuentes en mi vida, mi fantasía las hace volar hasta mis letras. Hoy pienso que me faltó valor para romper esquemas a tiempo, y sin sentirlo, una sutil red me fue atrapando entre el deber ser y el querer ser.

Una vez, nos abrazamos en señal de saludo, y la energía fluyó, la presión de tus manos en mi espalda motivó mi correspondencia sincera, abierta, extraña… pero así fue. Cada vez que se repetía aquella experiencia con cualquier pretexto, aumentaba el deseo de volver una y otra vez a recibir aquel abrazo que, sin palabras, expresaba una conexión. Sentía una necesidad secreta resguardada por tantas barreras… A veces pienso: “no puede ser cierto que haya esa atracción de parte de él, nos separa una invisible barrera”, sin embargo, ahí está ese sentimiento…

Un buen día, que las circunstancias lo permitieron, el abrazo se convirtió en algo más; la presión de tus brazos en mi espalda y la de los míos en la tuya, se intensificó, nuestros cuerpos se rozaron íntimamente y los ojos se conectaron en un diálogo sin palabras que volcaron un sinfín de pensamientos contenidos, nuestros labios se buscaron en un impulso incontenible, en un gesto de ternura, deseo, necesidad, sorpresa… dulce e indescriptible. Tus manos rodaron por mi cuerpo, tocando fibras reprimidas que aún viven intensamente, mi cuerpo se humedeció y explotó… nunca había estado en tal situación, pero despertó un íntimo sentimiento de gozo, fue como tocar la primavera cuando las hojas del árbol caducifolio se niegan a caer porque les falta vivir… Dos respiraciones acompasadas a un mismo ritmo, dos corazones latiendo ante un mismo sentimiento. Una vida solitaria que encuentra un oasis en el desierto…

Y después, qué… pues nada, la madurez y la cordura me hacen pensar que la vida me brindó un regalo. Y el deseo profundo de repetir la experiencia. …

Cuando un peregrino sediento encuentra una cristalina fuente de vida en el camino, no pretende adueñarse de lo que no le pertenece solo espera beber su néctar sin ayer, sin mañana, solo vivir ese hoy que lo hace dormir con una sonrisa.  Yo pienso en unos labios entreabiertos, rozando con ternura y pasión los míos y requiriendo mi cuerpo, unos ojos que hablan sin palabras, en una hermosa sinfonía. Por momentos me angustio; es peligroso romper la coraza de espinas porque queda vulnerable ese corazón herido. Nada espero, nada pretendo cambiar, solo deseo vibrar con la música de primavera, a finales del verano.

Si encuentras una rosa entre un zarzal, no la cortes; aspira su perfume, acaríciala y disfruta la gracia de poder hacerlo. A veces la vida nos regala oportunidades que deben ser aprovechadas en silencio, disfrutar de un goce íntimo sin pretender romper la armonía. A veces el miedo y los prejuicios nos privan de esos momentos.

¿Qué estoy medio loca? Mmm… tal vez, pero a veces es necesario estarlo.

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