Rogelio Rodríguez Mendoza
Se acumulan cada día los indicios de que el cabecismo está sometido, voluntaria o involuntariamente.
Las señales parecen claras de que el grupo político al interior del PAN, que lidera el exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca, entregó la plaza al partido en el poder, Morena.
Las evidencias de ese rendimiento surgen principalmente desde el Congreso del Estado, donde se encuentra el último bastión de la hasta hace poco influyente y poderosa corriente política en la entidad.
Y es que, contrario a su antecesora, en la 65 Legislatura local, que se distinguía por su postura agresiva, rijosa y hasta protagonista de escándalos, la actual bancada del partido blanquiazul está sobradamente sumisa.
En las siete sesiones ordinarias del Pleno legislativo, registradas del uno de octubre a la fecha, los nuevos diputados panistas se han visto entregados por completo al oficialismo.
Votan a favor cualquier iniciativa que provenga de la bancada guinda.
Hasta el que se supone es el segundo al mando del cabecismo, Ismael García Cabeza de Vaca, luce doblegado, asustado, tímido.
Con el añadido de que no ha podido superar el pánico escénico, y para evitar subir a la tribuna prefiere enviar sus iniciativas por correspondencia.
Para justificarse pretexta que, “lo que importa es presentar trabajo”.
Otro diputado panista del que se esperaba mucho más, por su experiencia como legislador local (fue presidente del Congreso del Estado) y federal, Gerardo Peña Flores, se muestra sumiso en exageración.
De hecho, no hay uno solo de los siete diputados del partido blanquiazul al que se le vean ganas de alzar la voz y dignificar su calidad de opositores.
En el anterior grupo parlamentario había menos experiencia legislativa, y sin embargo sus integrantes mantuvieron contra la pared y le dieron férrea batalla al morenismo.
De ahí la sospecha de que algo anormal está sucediendo. Conociendo el perfil del exgobernador panista, prepotente, agresivo y frontal por naturaleza, lo normal sería que tuviera a sus actuales diputados dando lata, dentro y fuera del Pleno, criticando y arremetiendo contra el gobierno, como ocurrió con los que estaban en la anterior legislatura.
Pero no. Contrario a ello, los legisladores panistas han comenzado a hacer presencia en eventos gubernamentales, algo impensable hasta hace pocos meses, lo cual solo es posible con la autorización previa del exmandatario.
Ninguno de ellos se atrevería a hacer algo así por decisión propia, porque saben que desatarían la furia de su jefe político.
Otro indicio del rendimiento del cabecismo es la renuncia de uno de sus principales aliados, el fiscal especializado en combate a la corrupción, Raúl Ramírez Castañeda.
Mientras estuvo al frente de la Fiscalía, Ramírez “congeló” las decenas de denuncias presentadas por la actual administración estatal contra más de un centenar de exfuncionarios del anterior gobierno, incluido el mismo Francisco García Cabeza de Vaca.
De tal manera, que esa renuncia solo se entiende si hubiera la certeza de los Cabeza de Vaca y sus coacusados de que la justicia será benévola con ellos.
Por supuesto que tampoco se puede pasar por alto el bajo perfil mediático del exmandatario estatal. Desde su exilio en Texas, dejó de arremeter en redes sociales contra los gobiernos federal y estatal.
El refranero popular asegura que lo que no descubre el agua lo descubre el tiempo, por lo que daremos por hecho que con el transcurrir de los días o las semanas la verdad saldrá a flote. Muy pronto sabremos si se acabó el cabecismo, como parece ser.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.