Alicia Caballero Galindo
La palabra chantaje tiene su origen en el siglo 19; proviene del idioma francés y se origina en la costumbre generalizada en Francia, y en muchos otros lugares, de someter a tormentos físicos a los reos en las prisiones, para hacerlos confesar los delitos que se les imputaban. Cuando obtenían la confesión se utilizaba la expresión “ya cantó”. Chanter, significa cantar en francés. Inspirado en esta situación, en castellano surgió el verbo chantajear, el sustantivo chantaje y sus derivados correspondientes para tipificar la acción de obligar a una persona a hablar de algo que no desea bajo amenaza. El término chantaje, es aplicable también a la acción de guardar silencio a cambio de alguna recompensa.
Esta práctica es tan antigua como el mismo ser humano porque desde que existe la vida en grupo, las distintas formas de pensar implican divergencias, y quienes poseen el poder, imponen sus pensamientos a base de amenazas.
La palabra chantaje cubre un amplio espectro que va desde la agresión física hasta el cohecho emocional. Cuando se habla de chantaje emocional, entra en juego la inteligencia e intuición de los implicados, y termina con el triunfo del más hábil, para manejar sus recursos. Al final de cuentas, se convierte en un duelo de inteligencias, y habilidad para manejar los puntos débiles del ponente.
En la naturaleza, las crías de las aves en el nido, usan su debilidad para ser alimentadas por los padres, pero el mecanismo es sencillo y cuando el instinto les marca a los adultos, que las crías están maduras, las abandonan a su suerte y quedan en manos de la selección natural de la especie.
En los seres humanos se complica este mecanismo porque entra en juego la parte afectiva, y en ese momento, las cosas cambian. Para que un comportamiento humano pueda calificarse como chantaje emocional, se conjugan ciertos factores y para hacer un diagnóstico al respecto se deben considerar por lo menos seis aspectos fundamentales;
**Exigencia; una de las partes requiere algo de la otra, pero no lo dice francamente; lo expresa con ambigüedades.
**Resistencia; como el mensaje no es claro, y no desea hacerlo, la otra parte se resiste.
**Presión; la parte “supuestamente ofendida” empieza a ejercer presión con actitudes depresivas o agresivas sin manifestar abiertamente las causas de la molestia.
**Amenazas; es frecuente sugerir deterioro físico, (aparente o real) hastío o deseos de disolver una relación ya sea amorosa o filial.
**Obediencia; a pesar de la negativa y el deterioro, el chantajista se somete creando un sentimiento de culpa.
**Reiteración; el chantajista reitera sus requerimientos y si el chantajeado cede, habrá establecido sus normas el chantajista y se convierte en el más fuerte.
El chantaje es la forma más antigua de control empleada por quienes caminan con la bandera de la debilidad. Tradicionalmente ha sido arma femenina cuando el machismo predomina. Sigue siendo ejercida por los hijos ante las supuestas culpas de los padres o viceversa. Cuando no existe una forma racional de obtener algo, se recurre al chantaje emocional para obtener beneficios que de otra forma no se lograrían…
El chantajista emocional construye su estrategia consciente e inconscientemente en base a la información que la otra parte le suministra acerca de lo que les causa miedo. Observan de qué situaciones huye y analizan las reacciones del chantajeado.
El chantajista emocional es siempre un ser egoísta que pretende sentar sus reales en una relación; depende de cada individuo permitirlo, la mejor medicina contra un chantajista es la seguridad en sí mismo, saber lo que se quiere y cómo alcanzarlo.
¿Quién entrena al chantajista emocional?
Cuando alguien es presionado por un chantajista:
- Se disculpa
- «Razona»
- Discute
- Llora
- Suplica
- Cambia o cancela planes y citas importantes
- Cede, en la esperanza de que sea la última vez
- Se rinde…
Cuando hay cerca un chantajista emocional es necesario detectarlo y controlarlo con firmeza. La debilidad, la baja autoestima o el sentimiento de culpa del chantajeado son sus peores enemigos. En el momento que alguien cae en manos de un manipulador, morirá una parte del alma de quien permite ser manipulado. Hay que aprender a detectarlos y evitar caer en su juego.