Los efectos de las importantes lluvias pasadas, que vinieron a dar una bocanada de oxígeno puro a la región, principalmente en el campo, donde vino a saciar la terrible sed que padecíamos en todas las actividades que desarrollamos, empezaron inmediatamente a rendir frutos.
Tenemos que reconocer que estas benditas lluvias vinieron a cambiar en su totalidad el medio ambiente, ahora vemos pastizales esplendorosos, así como huertas en mejores condiciones, parcelas ya sembradas y los montes prácticamente renovados.
Aquí, en los diferentes potreros, cerros o matorrales, ha dado inicio la producción del tan aclamado chile piquín. Es que, con las lluvias del mes de junio, prácticamente se anticipó la temporada de pizca o colecta de este preciado producto natural.
El piquín proviene de una planta herbácea que llega a medir hasta dos metros de altura y que crece de forma silvestre en toda la región. Este arbusto tiene muchas ramas, que en la sequía no tenían ni una sola hoja, pero que hoy lucen brillantes y sanas, algunas con su floración, en tono blanco y otras ya se encuentran en plena producción.
Para los estudiosos, el chile piquín es un fruto, tipo baya de entre ocho y diez milímetros con forma redonda, cónica y con terminación en punta; es de color verde, pero cuando madura se torna rojo brillante, que delata entre el breñal a su planta.
En suelo tamaulipeco, está planta es muy generosa, ya que con agua suficiente produce chile durante todo el año. Por lo que ahora que la temporada de cosecharlo ha iniciado en forma, debemos recomendar a los pizcadores tomar las debidas precauciones.
No podemos perder de vista que al salir en busca de los piquines tenemos que internarnos en el monte, no siempre lo encontramos en las brechas, caminos o veredas, por lo que es importante llevar consigo agua para hidratarnos, zapatos adecuados para el terreno, un machete para las ramas de la travesía y un dispositivo móvil para comunicarse en caso de ser necesario.
Se recomienda pizcar uno por uno los frutos, no cortar las ramas de la planta por suaves que estas sean y siempre mantenerse alerta; en el monte los riegos de toparse con arañas, alacranes, hormigas, incluso serpientes venenosas, son impredecibles, por lo que hay que mantener los ojos bien abiertos y poner mucha atención donde se camina.
El chile piquín, como su nombre lo dice, es muy picante, se calcula que es de siete a ocho veces más que el chile jalapeño. Su sabor es único, un tanto cítrico, almendrado y ahumado.
Ha sido objeto de estudios durante los últimos años debido a la gran cantidad de antioxidantes que contiene. Se ha descubierto que, a nivel nutricional, aporta importantes beneficios al cuerpo humano.
Se dice también que es auxiliar en la prevención de algunas enfermedades, pero principalmente se ha convertido en el invitado estrella de la cocina regional, dándole un sabor especial a las salsas que habitualmente acompañan platillos como la carne asada, las calabazas, los elotes, chochas, huevo y muchísimos guisos más.
Hay quienes sostienen que el chile piquín o kipín producido en la región de San Carlos y San Nicolás tiene un sabor diferente, que el de Jaumave y la sierra de Victoria es menos picante, que el de la zona de Casas, Llera y Aldama es de mayor tamaño, cierto o no, es que donde sea que se encuentre y corte, el chile piquín siempre será bienvenido en las mesas de los tamaulipecos.
Ahora que sabemos que comer chile piquín no solamente es delicioso, sino también sano y nutritivo, podemos agregarlo en la dieta personal sin ningún problema; si es Usted de los que va al campo, lo busca y lo cosecha, lo invitamos a cuidar la plata, pízquelo en el lugar y respete el entorno; pero si solo es consumidor y lo compra a los lugareños o en establecimientos, por favor, como en las artesanías, no regatee en el precio, ponerlo en sus manos tiene riegos y se invierte bastante tiempo. Total, como ya lo hemos dicho, somos coyotes de la misma loma.
Hasta la próxima.