Rogelio Rodríguez Mendoza
Como lo es para todos -o casi todos-, el inicio de un nuevo año será ocasión propicia para que nuestros gobernantes reflexionen sobre lo que han hecho durante su mandato y, sobre todo, para que reinventen o rediseñen su lista de prioridades para los doce meses de enfrente.
De hecho, autoevaluarse debería ser un ejercicio obligatorio de los tres órdenes de gobierno. Pero debe ser una autoevaluación, con sinceridad y honestidad, para a partir de ahí fijar nuevas metas y objetivos que los lleve a ser mejores en su desempeño, con el fin último de rendirle al ciudadano resultados más positivos que los obtenidos en el año que se fue.
En otras palabras, el arranque del 2024 es el momento oportuno para que los gobernantes construyan su lista de buenos propósitos en su ámbito de ejercicio como servidores públicos.
Sin embargo –insisto- debe ser una lista de propósitos realista, sustentada en un verdadero ejercicio de autocrítica, en el que se reconozcan o admitan los fallos o fracasos.
Para los tamaulipecos, debe ser esperanzador tener un gobierno estatal que apenas está comenzando su segundo año de ejercicio, porque metafóricamente podría decirse que es un gobierno con batería nueva.
Por eso, todos esperamos que el 2024 sea el año del despegue absoluto del gobierno que encabeza el doctor, Américo Villarreal Anaya.
Esperamos, por ejemplo, que este nuevo año sea mucho mejor en rubros como la seguridad pública y la salud, que son los dos temas que más agobian y preocupan a los ciudadanos.
Es cierto, son muchos más los problemas que afectan a la sociedad, entre ellos el desempleo, el desabasto de agua y la deficiencia en el ámbito educativo, pero sin duda aquellos son los que más urgen, porque si tenemos salud y seguridad pública lo demás llega por añadidura.
En ese entendido, el gobierno de Villarreal debe fijar en primer sitio de su lista de buenos propósitos, mejorar sus resultados desde la Secretaría de Seguridad Publica. Urge implementar una estrategia que impida el regreso de aquellos tiempos idos de terror y pesadilla, donde los ciudadanos vivíamos con el miedo a flor de piel por la ola de violencia que nos agobió.
Durante los últimos meses del 2023, algunos municipios, particularmente los de la frontera, resintieron un preocupante repunte en la actividad de los grupos criminales, con balaceras, ejecuciones masivas, asaltos a autobuses, y otros delitos de los llamados de alto impacto.
De ahí la urgencia de que el gobierno encuentre, pronto, la manera de evitar que la inseguridad pública se extienda y se agrave.
En materia de salud, también hay mucho por hacer. A pesar de los esfuerzos institucionales, los hospitales públicos son un desastre. La calidad de su atención es deficiente. Pésima. No tienen medicamentos lo que obliga al derechohabiente a comprarlos de su bolsillo. Mucho de su equipo es infuncional y como consecuencia de alto riesgo para el paciente.
Peor aún: algunos hospitales están casi en ruinas. El Hospital Civil de Ciudad Victoria, es uno de ellos. Da miedo.
Por todo eso, esperemos que la mejora en el servicio de salud figure en los primeros sitios de la lista de buenos propósitos del gobierno de Villarreal Anaya.
Antes que cualquier obra pública los esfuerzos institucionales deben estar enfocados hacia la salud. La inversión estatal debe estar priorizada hacia ese rubro porque los tamaulipecos merecemos tener opciones de atención médica confiables y al alcance de los bolsillos de todos.
Una gran ventaja es que, el gobernador es médico y, además, conoce perfectamente la radiografía del sistema de salud pública de Tamaulipas porque la mayor parte de su ejercicio profesional ha estado vinculado con ese rubro.
Esperemos entonces, que en diciembre próximo estemos hablando de las grandes mejoras logradas en esos dos ámbitos del servicio público. No creo que sea mucho pedir.
Por lo demás, déjeme desearle, a usted que me favorece leyendo mis colaboraciones, un Feliz Año Nuevo. Hago votos para que el 2024 sea un año pleno de bendiciones. Que sea un gran año, pues.
ASI ANDAN LAS COSAS.