Oscar Pineda.-
El Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) estuvo condenado al fracaso desde su concepción, lo advirtieron muchos y había pruebas sólidas para asegurar que dicho Instituto no sería mejor que el Seguro Popular.
Ayer finalmente los propios diputados de Morena, en el Congreso de la Unión, terminaron por liquidarlo para dar paso a un nuevo esquema denominado IMSS Bienestar.
No se necesita ser un genio para entender que el “nuevo” programa de salud pública será la puntilla final para un Instituto Mexicano del Seguro Social, que se encuentra moribundo y sumido en el peor y más vergonzoso atraso.
Basta con pararse en cualquiera de los hospitales y clínicas del IMSS para darse cuenta de las carencias, humanas y materiales.
No es extraño que los familiares de los pacientes tengan que proveer de materiales o medicamentos que deberían existir en el IMSS.
A todas estas dificultades y necesidades que hacen insuficiente el servicio para los derechohabientes, se sumarán los miles de usuarios afiliados al Insabi y todos los que se acumulen.
Tristemente, lejos de cumplir con el servicio universal de salud, cada vez será más caro recibir atención médica de calidad, ojo, y esto no es culpa de los doctores o trabajadores del Seguro, es simplemente que no hay ni habrá dinero que alcance para atender tanta demanda.
Y qué decir de los estados de Morena que firmaron este esquema fallido y que ahora tendrán que pagar los platos rotos y por supuesto los medicamentos que dejará de comprar la Federación.
En fin, que Dios nos agarre confesados y nos proteja.
EL PERSONAJE
La diputada Casandra de los Santos, de Morena, trató, con mucho afán, de defender la desaparición del Insabi, desafortunadamente los argumentos no le alcanzaron, la realidad es que dicho esquema es un fracaso.
El gran problema en nuestro estado es que se deja de ver la realidad por apasionamientos políticos, lo cual termina por minar el juicio objetivo y eso empobrece el debate.
POSDATA
El vacío de información sobre la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador ha generado incertidumbre en todos los estados de la República. Qué bueno que finalmente salió a hablar y decir que está bien. La pregunta es: ¿por qué tardó tanto?