noviembre 21, 2024
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septiembre 23, 2024 | 163 vistas

Noche de bodas. El recién casado se puso de rodillas en el lecho. No sobre él, postura que habría sido anunciadora de alguna imaginativa acción erótica, sino al pie de él, en actitud piadosa de oración. “¿Qué haces?” -le preguntó su dulcinea. Contestó el devoto mancebo: “Estoy rezando para pedirle al Señor que me guíe”. “Mejor pídele que te dé fuerzas -le sugirió la desposada-. De guiarte me encargaré yo”. El Príncipe Azul besó en los labios a Blanca Nieves, privada de conocimiento por haber mordido la manzana que le dio la Bruja Mala. Al sentir ese cálido beso la hermosa doncella volvió en sí. De inmediato le dijo al apuesto galán: “También tengo dormidos el cuello, el busto y todo lo demás”. La mejor amiga de Frustracia le hizo una pregunta indiscreta: “¿Qué sientes cuando haces el amor con tu marido?”. “Nada” -respondió ella con lacónica franqueza. “Yo tampoco -declaró la amiga-. Pero con el mío siento bastantes cosas”. (Según Masters y Johnson tres de cada diez esposas son frígidas. Es decir, tienen maridos ineptos). El pueblo moteja con apodos peregrinos a quienes andan en ese campo minado que es la política. Cierto candidato repetía machaconamente en sus discursos de campaña: “No tengo cola que me pisen”. La gente lo apodó “El jolino”. A un alcalde que ante cualquier problema declaraba: “Voy a tomar medidas” lo apodaron “El sastre”. Otro munícipe, inepto y dado a la bebida, recibió el mote de “El torpedo”, por torpe y por. lo demás. En época pasada los hijos de un gobernador de Jalisco fueron conocidos como “Los papayos”, pues cuando se iba a otorgar un contrato millonario para alguna obra pública decían siempre: “Papá, yo”. El acto de toma de posesión de Andrés Manuel López Beltrán como secretario de organización del PRI de ahora, Morena, equivalió a la crónica de una sucesión anunciada. El vástago de AMLO opacó a la que debería haber sido figura principal de la protocolaria ceremonia, Luisa María Alcalde. La presentación del ya famoso Andy hizo que se escucharan gritos de: “¡Presidente, Presidente!”, y cuando habló de cambio generacional hubo de hacer la cuidadosa aclaración de que eso se refería a Claudia Sheinbaum. En los tiempos del otro PRI sabíamos con seis meses de anticipación quién iba a ser el próximo Presidente. Al parecer hoy lo sabemos desde seis años antes. ¿Debemos pensar en la posible instauración en México de un régimen dinástico? Eso es adelantar vísperas. Podemos, además, estar tranquilos: en su testamento político, leído en la misma ceremonia en que su hijo fue exaltado, el Caudillo demandó a sus correligionarios -o sea a los seguidores de su religión- no incurrir en nepotismo. Doña Pasita y don Vetulio cumplieron sus bodas de oro y fueron a pasar una segunda luna de miel. Esa noche, ya acostados, ella lo despertaba cada hora. “¿Por qué haces eso?” -le preguntó él, molesto. Contestó doña Pasita: “Lo mismo me hacías tú hace 50 años”. La  señora le dijo a su amiga, con la que charlaba en un cafecito: “Ya me voy. Hoy sale la mucama, y debo ir a mi casa a cuidar a mi marido y a los hijos”. “Yo también me voy -replicó la otra-. Hoy salen los hijos, y debo ir a mi casa a cuidar a la mucama y a mi marido”. Don Cucoldo sorprendió a su mujer en ilícito consorcio de libídine en el mismísimo tálamo matrimonial. Lejos de enrostrar al sujeto de la relación se dirigió a su esposa con términos aprendidos en sus lecturas de novelas españolas. Le gritó: “¡Pisca! ¡Zaborra! ¡Mohatrona!”. “Ay, Cucú -respondió ella, quejumbrosa-. En medio de tantas calamidades que sufre por estos días el país ¿no puedo tener ni una pequeña distracción?”. FIN.

 

 

MANGANITAS

Por AFA

 

“. Violencia en Chiapas.”.

El señor tendrá otro dato,

pero, igual que pasa ahí

pasa en San Luis Potosí,

Sinaloa y Guanajuato.

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