enero 8, 2025
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Mauricio Zapata

El mal estudiante II

agosto 30, 2024 | 729 vistas

En la entrega de hace ocho días de la versión de fin de semana de Punto por Punto, les relaté sobre mi vida como estudiante.

Le conté que me habían expulsado de cuatro escuelas. La primera de una secundaria de la Ciudad de México que, luego de pintas, travesuras, malas notas, indisciplina y cien reportes, decidieron “poner en pausa” nuestra relación escuela-alumno.

Más tarde, ya viviendo en Ciudad Victoria, también fui declarado “non grato” en la secundaria 4.

Les quedé a deber para esta segunda entrega, los otros dos planteles de los cuales ya no pude continuar y tuve que cambiarme.

Siempre he sido un tanto independiente. Desde niño lo fui. Entonces, un poco desorientado, quise entrar al Cbtis 24. Indagué las fechas de exámenes.

Llegué al plantel con mi lápiz del número dos y mi borrador rojo-azul Pelikan. Cuando llegué me pidieron una ficha, que no tenía. Pensé que nomás era llegar, presentar el examen y ya.

No me dejaron entrar.

Entonces busqué otra escuela para estudiar la prepa. Encontré una que se llamaba CET Metropolitano que se ubicaba en el 21 Ocampo y Zaragoza, mismo que ya no existe.

Pedían un uniforme horroroso: pantalón verde y camisa amarilla. Nunca lo usé y ahí empezaron algunas dificultades.

Aunado a ello, la directora era cristiana y cuando se le ocurría, iba a predicar el evangelio a los salones, no importaba si estuviéramos en clase o no. Yo, con mi ateísmo y mi rebeldía, me salía del salón. Situación que no le gustaba a la maestra aquella.

Ya me tenían en la mira.

En una ocasión, el hijo de esa directora, que también estudiaba en ese plantel, y al cual yo le caía mal por mi falta de interés en la religión, me dijo algo y le contesté de manera grosera.

Me dijo: “Que Dios te perdone”.

Y le contesté: “Dios no existe”.

Esto provocó que se enojara y me respondiera con un empujón y un golpe, el cual alcancé a esquivar.

Le devolví el empujón y se cayó. Todo eso sucedió en el salón de clases, lo cual provocó que el resto de los compañeros empezaran a hacer bulla.

El chico se me abalanzó y justo en ese momento entró un maestro. Nos separó y me pidió que saliera del salón.

Alegué que él había empezado. Pero no me creyeron.

Me mandaron a la dirección y luego de media hora de estar sentado en un sillón viejo e incómodo salió la secretaria de la directora, me entregó mis papeles y me envió el mensaje de la profesora.

“Que te vayas de aquí y no regreses”.

Me fui.

Terminé la prepa en el Justo Sierra.

En la otra entrega, la siguiente semana, les relataré de la última escuela que me expulsaron. Eso ya fue en la Universidad.

EN CINCO PALABRAS.- Pues ellos se lo perdieron.

PUNTO FINAL.- “Los que se creen perfectos, es sólo porque exigen menos de sí mismos”: Cirilo Stofenmacher.

X: @Mauri_Zapata

 

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