Esta es una entrega en dos partes.
En la primera de ellas abordaremos un tema político de antaño, en donde relataré un análisis de la política sucesoria… un fenómeno que siempre se ve.
Soy un convencido que la política es la actividad más noble y generosa que el ser humano tiene para servir a sus semejantes. Tener la oportunidad en la vida de participar en política es un privilegio para quien tiene vocación de servicio. Sensibilidad y emoción social son características de los triunfadores en el campo de las relaciones humanas.
La lista de mujeres y hombres que han sobresalido en las actividades políticas a lo largo de 2000 años es interminable, así lo demuestran diccionarios, enciclopedias, antologías y demás testimonios nos han señalado la vida y obra de quienes son inmortales para ejemplo de la humanidad.
Nuestro país es rico en ejemplos de quienes como resultado de la cultura del esfuerzo han logrado destacar o sobresalir en lo que se propusieron. Por respeto a ellos no citaré nombres para no caer en el involuntario error de omitir a alguno. Pero sí diré con gran satisfacción que como mexicano me siento orgulloso y admito sin vacilación a quien escogió la política como la actividad de su vida.
Tamaulipas también ha sido tierra generosa en dar mujeres y hombres que han sido con su ejemplar vida motivo de orgullo nacional. Para hacer congruente con el párrafo anterior no citaré nombres y así no cometer el error de olvidar a quien merece la distinción de ser honrado.
Lo que sí haré será señalar a quienes teniendo la hermosa oportunidad de servir no corresponden a la confianza depositada. De verdad da pena ver como quienes se pasan la vida buscando trabajo en puestos públicos no son capaces de actuar con responsabilidad cuando se les brinda el privilegio de servir al pueblo.
En esa fauna se incluyen desde Presidentes de México, Secretarios de Estado, Procuradores, Gobernadores, Alcaldes, en resumen, servidores públicos que tienen la obligación de servir usan esas importantes posiciones para enriquecerse, convirtiéndose en nuevos ricos sexenales, traicionando así a una sociedad que ya está cansada de esas conductas delictivas.
En el México moderno alguno de esos nefastos ejemplos sí los señalaré, como ya los ha señalado con índice de fuego el pueblo de México, solo pido disculpas que por falta de espacio no dar los nombres de estos, ya que necesitaríamos no este espacio editorial sino toda la edición de este importante medio de comunicación.
En el texto de mañana la segunda parte de este análisis sobre el tema, y recordaremos algunos pasajes con el presidente Carlos Salinas de Gortari.