diciembre 14, 2024
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Emanuel Varela

El mensaje

noviembre 24, 2023 | 387 vistas

Emanuel Varela.-

Hoy me gustaría compartir contigo los encuentros
que tuve estas semanas. Me he encontrado con
Facundo Cabral, Gibran Khalil y Saint-Exupéry.

Seres grandes que han venido a darnos el mensaje
del amor y la trascendencia; y por contar sólo los
más recientes. Pero en realidad, ¿Cuántos más han
venido?, ¿Cuántas veces hemos escuchado el
mensaje “ama al prójimo como a ti mismo”, “olvídate
de las formalidades”, “Construye lo que hay en tu
interior”, “sé libre”; y así como los hemos escuchado,
los hemos olvidado, incluso los satanizamos?

Cuando busqué a Facundo Cabral en Wikipedia lo
definen como “su propuesta artística es difícil de
encasillar”. Reí mucho… ¿Qué tan cerrados
estamos? ¿Qué tanto miedo tenemos? Nos
limitamos a seguir la zanahoria que nos han
plantado desde niños y no nos atrevemos a hacer
algo diferente, mucho menos a admirar aquellos que
han propuesto algo grande.

Muero porque te den ganas, amigo lector, de
desafiarte a ti mismo, daría lo que fuera porque
leyeras una poesía, una sola poesía de Khalil y la
sintieras en tu interior, me fascinaría sentarme a tu
lado y que me dijeras ¿Qué es lo que más te llamó
la atención de El Principito?, rezo porque cada día
resonaran en tu cabeza una canción de Facundo
Cabral… Porque cuando esto ocurre, es cuando
empieza la verdadera vida.

En mi interior solo hay admiración, respeto y poco a
poco se va formando una ilusión, como si iniciara
una emocionante aventura, la aventura del
conocimiento. ¿Por qué he perdido tanto tiempo de
mi vida?, ¿Qué tengo que hacer ahora que puedo
vivir en el presente?, ¿Qué es lo que yo puedo
aportar a la humanidad?, ¿Quién soy?

Después de hacerte todas estas preguntas, quedas
en silencio y encuentras la respuesta, porque la
respuesta nace de la conexión entre tú y lo que
tocas, nace de ese silencio interior que se roza con
el silencio interior del otro. La paciencia eterna de un
árbol alcanza a tocar la paciencia que hay adentro
de ti. Cuando contemplas la sonrisa de un niño y
deseas que esa sonrisa se quede para siempre.

Y finalmente entiendes que todo, todo lo demás que
interrumpa esta CONEXIÓN es ruido, un ruido
absoluta y completamente innecesario.

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