Como gancho al hígado le cayó al presidente de bronceado cheto, Donald Trump, enterarse de que Jeff Bezos, el cerebro detrás de Amazon, quiso meter un apartado en su carrito de compras que te decía clarito cuánto extra pagas por las ocurrentes tarifas que él mismo impuso a todo lo que no se hace en Gringolandia. Furioso, Trump hasta le marcó a Bezos para que quitara esa idea “hostil”, y aunque Amazon juró que no lo hará, esta guerra comercial nos va a pegar a todos si no se calman las aguas.
En 1990, con apenas 12 años, viajé a Orlando, Florida, y mis padres me llevaron a Disney World y al EPCOT Center, un parque dedicado a la innovación tecnológica que para mí fue como asomarme a la ventana del futuro. Entre todas las maravillas, el EPCOT (Prototipo Experimental de la Comunidad del Mañana) me voló la cabeza. Sus pabellones, como Future World, mostraban avances en tecnología, agricultura y sostenibilidad, con exhibiciones que hacían soñar a un niño con un mundo mejor.
Siempre he imaginado un futuro utópico para la humanidad: sin pobreza, hambre ni enfermedades; sin conflictos ni explotación; donde las autoridades sean justas y todos vivamos en armonía. Por breves instantes, creí ver ese mundo en EPCOT, una verdadera utopía hecha realidad en un parque de diversiones.
Recientemente, escuché el podcast de Joe Rogan, famoso por invitar a figuras como Donald Trump, Elon Musk, Edward Snowden, o artistas como Robert Downey Jr. y Robert Rodríguez. Pero tres invitados me impactaron especialmente: Bob Lazar, quien afirma haber trabajado en ingeniería inversa de naves extraterrestres en el Área 51, aunque desacreditado por la comunidad científica; David Grusch, exoficial de la Fuerza Aérea de EE.UU., que testificó ante el Congreso sobre programas secretos para recuperar y estudiar UAP (fenómenos aéreos no identificados); y Hal Puthoff, un físico detrás de investigaciones reales que parecen sacadas de ciencia ficción, como el Proyecto Stargate.
¿Le suena Stranger Things? Esa serie de Netflix está inspirada en el Proyecto Stargate, un programa real de la CIA que, durante la Guerra Fría, entrenó a personas para espiar a los rusos usando visión remota. Sus archivos fueron desclasificados en 2017, confirmando que no es una teoría conspirativa.
Puthoff y otros hablan de una tecnología exótica: la energía de punto cero. Imagina el universo como una caja que, aunque parece vacía, está llena de partículas diminutas que siempre vibran, como agua que se mueve bajo un microscopio. Esa vibración es la energía de punto cero, y si pudiéramos atraparla, tendríamos energía gratis e infinita. Tu aire acondicionado estaría encendido todo el día sin costo, los carros eléctricos no necesitarían cargarse, y tu celular funcionaría sin cables, todo sin dañar el medio ambiente.
Los beneficios serían increíbles: granjas gigantes producirían comida para todos, el agua sucia se limpiaría, y los países dejarían de pelear por petróleo, reduciendo guerras. Todos tendríamos luz, internet y transporte sin preocuparnos por el dinero. Podríamos inventar robots o casas que se construyan solas, y la gente viviría más feliz, enfocada en aprender o estar con la familia.
Pero, ¿quién perdería? Las empresas petroleras como Pemex, Exxon o Shell se hundirían, sus refinerías serían inútiles. Las compañías eléctricas, como la CFE, perderían clientes si la energía fuera gratis. Países que viven del petróleo, como México o Arabia Saudita, enfrentarían crisis económicas. Y los trabajadores de estas industrias podrían quedarse sin empleo.
Puthoff también cree que para 2050 podríamos ver tecnologías como propulsión con positrones, fusión nuclear compacta, motores de curvatura, energía oscura y materiales avanzados. Aunque hoy son teóricas, ¿y si los gobiernos ya las están probando en secreto?
Solo espero que el egoísmo de unos pocos no frene un futuro donde la humanidad viva en paz y abundancia, como el que soñé en EPCOT hace más de 30 años.
EL DÍA DEL NIÑO
¡Qué manera de celebrar el Día del Niño y de la Niña tuvo la UAT en Ciudad Victoria! En el Auditorio Alberto López del Centro Cultural Tamaulipas, Familia UAT y la Dirección de Cultura y Arte armaron un conciertazo para los peques del Círculo de Desarrollo Infantil y el CENDI UAT. El Quinteto de Alientos UAT, disfrazado de Mario, Luigi, Jessie la Vaquerita, Blancanieves y la mismísima Chilindrina, puso a todos a cantar con melodías de pelis infantiles y clásicos que te hacen mover el pie. No solo fue fiesta: los músicos enseñaron a los pequeños cómo suenan el fagot, la flauta, el corno francés y el clarinete, sembrando una chispa de amor por la música en esos ojitos brillosos.
Ahí estuvieron Laura García Álvarez, representando a Isolda Rendón de Anaya, junto a Ileana Martínez Leal, mi buen amigo Ramón Roldán Ruíz y las directoras de los centros infantiles, acompañando a los niños en esta aventura que mezcló risas y aprendizaje. Fue como volver a esas tardes de infancia donde el mundo era puro juego y magia, un momento que los peques no olvidarán. La UAT no solo les dio un día chido, sino un empujoncito para que sueñen en grande, ¡y eso, en este México nuestro, vale oro!