El embarazo de Victoria, luego de que se complicara en la última semana y que, según los médicos iban a usar fórceps porque la criatura venía volteada, entró en trabajo de parto.
A la chica la tuvieron que llevar a urgencias porque se le rompió la fuente.
La clínica en donde iba a dar a luz fue cancelada. La llevaron a otra que, si bien cuenta con todos los requerimientos como quirófano, cunero y hasta sala de terapia intensiva, no era la que el papá quería.
El trabajo de parto se complicó.
Y sí, usaron los fórceps.
En el quirófano entraron los médicos con sus cubrebocas, sus guantes látex, su equipo y hasta medicamentos.
Sin embargo, no estaban ni el anestesiólogo ni el pediatra que recibiría al recién nacido.
Según el ultrasonido sería un varoncito ya grande. Después, en otro estudio previo, salió que, efectivamente, sería niño, pero que venía más pequeño.
En ambos casos coincidían en que estaba volteada la criatura.
Pero no fue el papá del bebé quien llevó a la madre a parir. Fueron unos tíos o algo así.
Finalmente, los médicos salieron a decir que tuvieron que hacer cesárea. Que era un parto complicado y que la cirugía era inminente.
Afuera, en la sala de espera, estaban muy ansiosos los familiares cercanos. De hecho, según el programa nacería a medio día, pero al final, se dio un poco más tarde.
Ahora resulta que el padre desconoce al hijo.
Al parecer no se parece a él y sospecha que hubo “mano negra” durante el apareamiento.
No está conforme.
Ya les habló a sus compadres para que éstos digan que el bebé no es de él. Que desconocen la paternidad. Está furioso.
La madre está convaleciente. A la criatura luego de cortarle el ombligo la llevaron a la sala a limpiar y ponerle pañales. La madre aún no la puede amamantar.
La novela parece ser que no termina.
¿Hay o no hay criatura?
EN CINCO PALABRAS: Ni ellos saben qué quieren.
PUNTO FINAL.- “Si no saludan, cómo quieren que se despidan”: Cirilo Stofenmacher.
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