Las primeras transmisiones radiales en México inician en Monterrey el 9 de otubre de 1921, gracias a Constantino de Tárnava en su estación TDN, pero fue hasta 1930, que inicia comercialmente sus transmisiones la XEW “La voz de América Latina desde México.
A finales de la década de los treinta, aparecen en Victoria Tamaulipas los primeros aparatos de radio. Las transmisiones empezaban a las seis de la tarde y terminaban a media noche. Mis padres vivían en la calle Carrera Torres entre 8 y nueve, eran dueños de media manzana; hacia el poniente colindaba con la calle nueve, que, por cierto, carecía de pavimento y al oriente, con una propiedad donde vivían varias familias, la mayoría, emparentadas. A la usanza de la época, eran todos los vecinos, amigos y convivían. En armonía.
Contaba mi padre, que, un dieciséis de marzo, fecha en que cumplía años mi madre, llegó en la mañana con un regalo espectacular; un aparato para escuchar la radio. Era un gabinete de madera de cincuenta centímetros de frente color cedro con una parte de tela crema cubriendo la bocina, un tablero de cristal en la parte inferior con números y dos botones circulares, uno para en el encendido y volumen y el otro para sintonizar frecuencias radiofónicas.
Fue una novedad su instalación; primero escoger el lugar ideal, decidieron que estaría en una esquina del comedor. Lo colocó en una mesa alta que mi padre construyó y labró con sumo cuidado con unos abanicos en cada una de las esquinas, después se instaló una antena en el techo de la casa de la que bajaba un cable para el aparato. Por supuesto que los vecinos estuvieron ayudando en la instalación, esperando ser invitados al estreno del aparato. Para las cuatro de la tarde quedó todo listo, sólo faltaba que dieran las seis para escucharlo funcionar. A esa hora, se sintonizaba la XEW de México. Los vecinos se retiraron a sus casas con la invitación de estar en la casa, y estrenar el radio.
Antes de la hora indicada llegaron niños y adultos. Los niños se sentaron en el suelo y los adultos donde podían, no había muchas sillas y eran cerca de quince personas. Los más viejos se sentaron en las sillas del comedor y los bancos de madera de la cocina.
Al aproximarse la hora, se encendió el aparato y sólo se escuchaba estática, desde ese momento, surgió la admiración de ese aparato que producía ruidos extraños, una vez sintonizada la frecuencia, sólo quedaba esperar. En punto de las seis de la tarde, se escucharon unos sonidos característicos, que por mucho tiempo fueron la identificación de la XEW, seguida de la voz del locutor que anunciaba el enlace con las estaciones de provincia. En la capital, las transmisiones empezaban desde temprana hora. La exclamación de los oyentes, fue de asombro, aplaudieron y gritaron de entusiasmo. Al empezar la música, don Camilo, se levantó de su silla, seguido por los niños, a buscar a los músicos, pensaban que estaban tocando en el patio, fueron a ver si los veían detrás de la pared donde estaba el aparato de radio. Mi madre y mi padre, en primera fila, se sentían orgullosos de su adquisición.
Después de escuchar dos programas, el aparato tenía que apagarse porque funcionaba con bulbos y éstos se calentaban.
Desde ese día, por las noches, siempre hubo invitados a escuchar la radio, los chiquillos, buscaban por dónde estaban los músicos, no entendían eso.
Desde entonces, el aparato de radio, fue compañero de mi madre a quien le gustaba cantar las canciones románticas de su época, la música de tríos y los grandes de la canción como Pedro Vargas, Alfonso Ortiz Tirado, los hermanos Garnica, Álvaro Carrillo, Ricardo Palmerín, estos tres últimos, íconos inmortales de la música yucateca.
Palmerín inmortalizó la canción Peregrina, que compuso a una mujer norteamericana de la que se enamoró, pero ella, partió de regreso a su tierra dejándolo. “Peregrina, de ojos claros y divinos y mejillas, encendida de arrebol… “
Años después, se hizo costumbre para mi madre, escuchar radio al terminar sus actividades domésticas mientras tejía, que era una gran afición que disfrutó toda su vida. Una de tantas tardes, escuchaba música y se desató una tormenta característica del mes de mayo, con descargas eléctricas fuertes, las nubes estaban muy bajas. Al llegar mi padre, se sentó con ella y algunos de los niños vecinos. Sucedió que un rayo cayó en la antena del aparato de radio, causando un estruendo terrible y un destello de luz muy fuerte. La descarga hizo tierra en el cable del aparato, y lo quemó. El susto fue terrible para los presentes, y ese fue el fin del primer aparato de radio de mis padres.
Después de un tiempo y de hacer ahorros, compraron un nuevo aparato y aprendieron que cuando hay tormenta, no debían encenderlo.
El tiempo hizo evolucionar la tecnología y aún recuerdo la primera consola que compró mi padre con sonido estereofónico, donde escuchaba discos con cuentos infantiles clásicos que eran un encanto. Los niños del siglo pasado, no teníamos Internet, pero poseíamos una imaginación maravillosa que nos permitía volar desde el rico hasta el mar, con solo cerrar los ojos.