Melitón Guevara Castillo
Los escenarios y contextos para el próximo sexenio son diversos. Buena parte de los editorialistas conceden a la próxima presidenta la disyuntiva: ser como Pascual Ortiz Rubio o como Lázaro Cárdenas. Y es que, los hechos son evidentes: AMLO va a lograr lo que, antes que él, ningún presidente pudo: trascender más allá del sexenio y convertirse en un factor de poder que, en el extremo, puede convertir a Claudia Sheinbaum en la emula de Pascual Ortiz Rubio: detentar el poder y no ejercerlo.
Unos y otros explican que el poder de las instituciones, en este caso la Ejecutiva, la presidencial, es inmensa y que por eso los anhelos de un Echeverría, un López Portillo o de un Carlos Salinas no fructificaron. Lo que hace la diferencia, con el momento actual, es que AMLO ha tenido la habilidad, la estrategia, para construir los cimientos para que su poder trascienda el sexenio, aunque ya no tenga la banda presidencial.
EL REGALO
Fue Mario Delgado como líder nacional de Morena el que pidió, a sus legisladores electos, que en su momento aprobaran la reforma judicial, como un regalo al presidente Andrés Manuel López Obrador. Y por eso van, sin quitarle una coma, en esa dirección: ya la aprobó la Cámara de Diputados, sin el menor problema; ahora, ya en el Senado, ya se aprobó el dictamen y el presidente de la Cámara de Senadores fue categórico: no hay nada que impida su aprobación. Solo les falta un voto y por eso, en repetidas ocasiones, sentencian: solo les falta un traidor.
Para que sea, efectivamente, un regalo tiene que aprobarse según la agenda de AMLO. En principio habían dicho que sería en la última sesión de septiembre, antes de que se vaya. Ahora la quieren aprobar antes del 15, precisamente para que se festeje el éxito rotundo de la 4T y, por ende, poder decir que ya es completa la 4T, la Cuarta Transformación. Recuerden, AMLO lo ha dicho: quiere pasar a la historia como el mejor presidente del país… en la práctica, ya está en la historia, por como derroto al sistema político que lo hizo esperar 18 años para tener el poder.
HEREDERO
Cuando AMLO tomó el poder hizo notar que sus hijos no participarían en política; pese a ello, está documentada como, en la práctica sí tuvieron injerencia. Lo mismo dijo de su esposa Beatriz, que no sería primera dama, pero en la práctica sin tener cargo alguno realizó actividades inherentes al gobierno. Mario Delgado pidió un regalo para el presidente: la reforma judicial, para que pueda presumir que sometió a todos los poderes públicos de México. Sin embargo, los hechos demuestran que AMLO quiere más, más y más.
Los movimientos estratégicos en la composición del gabinete le dan manga ancha en buena parte de las decisiones de política gubernamental. Impulsó que Luisa María Alcalde, la actual secretaria de Gobernación, sea la próxima líder nacional de Morena. Se piensa que, con ese movimiento, la coloca en punta la sucesión dentro de seis años. Y para que amarren bien sus proyectos, ya libera a sus hijos para que hagan política: ya anunció que Andrés Manuel López Beltrán (mejor conocido como Andy) tendrá un puesto en Morena, que pronto tendrá renovación de su dirigencia… y ya se especula que ocupará la Secretaría General.
OTROS DATOS
Los datos, las señales pues, indican que, con la 4T, efectivamente, llega una transformación en la forma de gobernar; volveremos a la época maravillosa del PRI, donde todo era simulación… se simulaba que había democracia, se simulaba que había división de poderes. Ahora seguirá la simulación, pues ya la próxima presidenta prometió libertad de expresión y democracia; y donde ya no habrá simulación será en la división de poderes… habrá no colaboración, sino subordinación: me pregunto: ¿los nuevos magistrados y jueces exclamaran como los legisladores que es un honor estar con Obrador?
En fin, son otros datos, distintos a los que tiene el actual Presidente, que afirma que no habrá fuga de capitales, que seguirá llegando la inversión estratégica, aunque ya Liverpool y los Oxxo ya empezaron a invertir en Estados Unidos… Las marchas y protestas son inútiles, AMLO y Morena, en seis años, no vieron ni escucharon a la oposición: ahora menos, con mayoría calificada.