Dice Cirilo Stofenmacher que, en el reino de los soberbios, el arrogante es el rey. Y tiene razón, sobre todo aquellos que perfilan su pensamiento con base en lo que ellos creen.
Son de los que creen que sí les creen. O de los que no creen que no les creen.
Así están muchos alcaldes de Tamaulipas, algunos con el firme propósito de querer reelegirse.
Ese no es el problema. Tienen todo el derecho constitucional.
El asunto es que creen que están por encima de cualquiera de sus compañeros de partido.
Y la soberbia recae en que están creídos de que su trabajo como ediles es el mejor del mundo mundial.
Creen y hacen creer que nadie como ellos ha hecho una labor descomunal en sus respectivos municipios. Que nadie en la historia del universo y más allá ha hecho mejor trabajo que ellos.
Hay varios en esa postura.
Muchos políticos de ahora piensan que, entre más populares, son mejores. Y dejan a un lado la eficiencia.
Tan es así, que el logro que más les gusta presumir es que van arriba en alguna encuesta, que dicho sea de paso —parafraseando otras frases de Stofenmacher— la encuesta es de quien la paga, o… las encuestas son como los huevos: se hacen al gusto del comensal.
En ese trayecto buscan de manera afanosa establecer entre sus superiores y en algunos sectores de la población que son bien queridos y aprobados.
Pero al final de cuentas, para entrar a cualquier Palacio Municipal, deben recoger la llave en el Palacio de Gobierno.
Ahí es donde está la verdadera encuesta de aprobación.
Y si allí les niegan esas llaves, pues qué más da que la gente… el pueblo los quiera mucho.
Lo cierto es que hemos visto decenas de encuestas diciendo que no hay mejor alcalde que el que pagó esa encuesta.
Todos los días vemos encuestas diferentes con resultados distintos. Y no sé, esos políticos piensan que la gente sí cree. Que la gente va a decir: guau, ese alcalde es bien popular, vamos a votar por él.
En ese sentido, no hay que confundirse. La aprobación real es analizar bien el trabajo que han hecho.
La simpatía… esa como quiera haya o no haya, no es importante.
EN CINCO PALABRAS.- Nunca falta el que sobra.
PUNTO FINAL.- «Hablar con la mirada no tiene errores de ortografía»: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata