En las últimas horas, mucho hemos hablado del trasvase del agua de la presa El Cuchillo del vecino estado de Nuevo León a la presa Marte R. Gómez de Tamaulipas.
Pareciera que la Comisión Nacional del Agua no entendió la postura tan clara que los agricultores del Distrito de Riego 026 le habían planteado, y que precisamente en noviembre del año pasadoobligaron al Secretario de Gobernación de aquel entonces, a tener que venir a Palacio de Gobierno y anunciar las medidas implementadas para llevar acabo el trasvase.
Es que el uso de la palabra en mención, en los últimos dos años ha generado una revuelta entre quienes habitan la zona metropolitana de Monterrey, que exigen se respete el derecho al uso humano; y por otro lado, los agricultores tamaulipecos, verdaderos empresarios de la siembra y cultivo del maíz, que desde 1952 cuentan con la concesión o permiso federal para usar los volúmenes de agua que corre por el río San Juan.
Es importante saber que el maíz que se produce en estas parcelas es de uso alimenticio en gran escala.
Es decir, no es un maíz que se utiliza para autoconsumo de sus sembradores, ni mucho menos para cortar y regalar elotes, como generalmente pudiéramos imaginar. Es un grano básico, fuente principal de la alimentación de los mexicanos a través de la tortilla y derivados.
Las movilizaciones de los usuarios de riego, así como la intervención del diputado Edgar Melhem Salinas, presidente de la Comisión de Desarrollo Rural del Congreso del Estado y por supuesto la firme y decidida postura del gobernador del Estado, Dr. Américo Villarreal Anaya, nos lleva a pensar que la lucha por el agua ya no está en el futuro, sino que está en el presente, habrá de ser permanente y por los próximos años.
Este ciclo, todo indicaba que el trasvase era viable, recortado, pero viable para fortalecer la agricultura comercial que hoy carece de estímulos y apoyos oficiales.
Con lo carente de las lluvias en los últimos años, el campo en todas sus dimensiones se encuentra en grave riesgo; imagine Usted si en esta importante zona agrícola no fluye el agua para el riego, acrecentaría una crisis agroalimentaria, y no solo en los argumentos de los campesinos, sino en la realidad nutricional de la población.
Pareciera que la única alternativa política del actual Gobierno federal es la de seguir afectando a los productores, si se les trata de indemnizar, no habrá recursos para tal, y si los hubiera, la producción, insisto, correría riesgo.
Los productores nos negamos a creer que la política aquí pueda ser un espectáculo, tal como sucede en el vecino estado de Nuevo León, donde se ejerce mediante las redes sociales.
Aquí, los productores y los tamaulipecos hoy tenemos claro que si la política no sirve para ayudar, entonces no sirve para nada.
Hasta la próxima.