La inseguridad pública ha sido el principal agobio de al menos las tres últimas administraciones federales. Cada una de ellas ha diseñado y aplicado su propia estrategia para frenar la violencia criminal, que envuelve a la mayor parte del país, pero todas han fracasado.
Como consecuencia de ese gran fracaso, los grupos delincuenciales están adueñados de muchos estados del país, donde la única ley que impera es la suya: la del asesinato, el narcotráfico, el secuestro y la extorsión. Tienen sometidas a las autoridades, (todas), e intimidada a la sociedad.
En ese contexto, cobra relevancia el inicio de una nueva administración federal, encabezada por la morenista, Claudia Shenibaum, porque hay señales claras de que la estrategia que se aplicará en materia de seguridad pública, a partir del uno de octubre, será distinta a la que han venido aplicando los gobiernos anteriores.
De entrada, se buscará fortalecer y estrechar la colaboración entre el Gobierno federal con sus pares estatales, en busca de impulsar acciones conjuntas que permitan enfrentar y combatir, con mayor eficacia y eficiencia, a los grupos criminales generadores de la delincuencia, sobre todo de esa delincuencia de alto impacto.
De ahí la reunión que, este lunes reciente, sostuvo el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya, con el próximo secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, y la actual titular de la dependencia, Rosa Icela Rodríguez.
La colaboración entre gobiernos es prioritaria en el combate a un fenómeno social tan complejo como el de la inseguridad pública. Gran parte del fracaso en esa lucha ha sido precisamente esa falta de coordinación. Por razones diversas, pero seguramente por desconfianza mutua, las corporaciones federales y estatales, preferían trabajar cada una por su lado.
Por eso, la intención del próximo gobierno será construir un frente común entre autoridades de los tres órdenes de gobierno, respaldados con el ejército, la marina y la guardia nacional, para combatir a los cárteles.
Esperemos que la estrategia de resultados. No será fácil, porque lastimosamente hay que admitir que los grupos criminales tienen contaminadas a las corporaciones policiales, e incluso a la milicia, la marina y la Guardia Nacional.
Sin embargo, siempre serán más los elementos buenos que aquellos malos que sucumbieron ante el poder corruptor de grupos delincuenciales.
Como quiera que sea, resulta esperanzador que haya, de parte del próximo gobierno, conciencia y aceptación del grave problema que agobia al país, pero más esperanzador aún lo es el hecho de que vaya a haber un cambio de estrategia.
Sí, es importante, primordial, atacar las causas generadoras de la delincuencia, para impedir que más personas, sobre todo jóvenes, se sigan sumando a los grupos generadores de la violencia, pero a la par de ello debe haber una acción enérgica por parte del gobierno para atacar o combatir a quienes ya están inmersos en la actividad criminal.
Es fantasioso suponer, o creer que, con solo atacar, por ejemplo, la pobreza o el desempleo, se inhibirá la delincuencia.
Otro dato esperanzador es la experiencia de Harfuch, cuya mejor carta de presentación son los resultados logrados en la Ciudad de México.
Por cierto, ojalá y que, en ese cambio de estrategia, se incluya a la Fiscalía General de la República (FGR), que lleva al menos dos sexenios sumida en la mediocridad.
Ya se sabe que es “autónoma”, pero de algún modo la nueva administración deberá encontrar la forma de que la FGR haga su trabajo.
Un solo dato revela la inoperatividad de la fiscalía: el delito de narcotráfico, que incluye conductas como la producción, transporte, tráfico, comercio, suministro o prescripción de narcóticos, dejó de ser combatido.
La consecuencia es terrible, porque no solo se tolera y fomenta la venta de drogas en las calles, sino que también se fortalece a los grupos delincuenciales al no atacárseles en su principal fuente de subsistencia, que es el factor económico.
¿Alguien recuerda algún decomiso de drogas en estados como Tamaulipas? Veremos si las cosas cambian a partir del uno de octubre. Ojalá que sí.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.