Melitón Guevara Castillo
El domingo se festejó el día del Papá: como es costumbre, las redes sociales se llenaron de elogios para el papá: todos, sí, todos afirman que tienen el mejor papá. Por otra parte, más de uno afirmó que no hay ninguna escuela que diga al papá cómo debe comportarse, cómo debe ser. Claro, lo único que fue diferente fue la parte comercial: no fue nada, digamos, comparado con el Día de la Madre. Sea lo que sea, sin embargo, en cada familia se festeja a uno y otro, precisamente porque son complementarios en una familia.
Es una ley de la vida: formar una familia, con sus excepciones, puesto que me he encontrado a más de uno, o una, que en su mente no está ser integrante de una. La familia ha sido concebida, digamos que por la teoría neoliberal, como la base de la sociedad; y en esa coyuntura se cuenta que en esta época se califica a la sociedad como “fragmentada”, “destruida” en virtud de un círculo vicioso: pobreza, conductas no convencionales que derivan en delincuencia, adicciones, entre otras cosas.
SER PAPÁ
No es fácil ser papá. Recuerdo el caso de una alumna que en su noviazgo quedó embarazada. Y no hubo boda: el novio, al conocer los hechos, de inmediato pintó su raya. No estoy listo para casarme, eran estudiantes, pero yo veo la forma de pagar los gastos del parto. Y como el, hay otros más, por eso hay madres solteras. Ser padre implica, junto con la madre, formar, educar al hijo (a), amén de lo necesario para su subsistencia. Y en este proceso es como las distintas formas de actuar del padre impactan en la formación del hijo. Al menos eso explica una teoría psicológica: que el hijo es consecuencia del ambiente en que vive.
En fin, lo que quiero destacar es que, efectivamente, todos o casi todos mis contactos-amigos en el Facebook tienen al mejor papá. Sin embargo, hubo una colega periodista que en su muro puso: “Fallaste como papá” y explica: “Cuando te tienen que poner un abogado, cuando la justicia te tiene que hacer cumplir con tus obligaciones. Fallaste como papá, cuando te obligan a querer a un hijo y no sale de ti, cuando no te interesa si come, si le falta algo, si vive, si está bien, o si se enferma. “Fallaste como papá” al no estar presente y ver lo hermoso que es verlo crecer. “Fallaste como papá”, al olvidarlo y dejarlo afuera de tu vida, fallaste, fallaste y fallaste. Fallaste como persona, como hombre, como todo fallaste, no pretendas cosechar amor si lo único que sembraste fue tristeza, desprecio y un silencio enorme en esa criatura que sólo quería tu tiempo”.
Ante tan duro cuestionamiento, recuerdo como Alejandra Cárdenas como diputada promovió castigos para los padres deudores de pensión alimenticia: son 114 en el Estado.
LOS HIJOS
¿Cómo es nuestro hijo? Si, en la condición de “papá”. Desde que Ana Rosa, mi hija, asistía a la escuela primaria, noté que buena parte de los padres presumen que sus hijos son inteligentes, que obtienen buenas calificaciones, que al ser sobresalientes reciben medallas y diplomas. De esa generación recuerdo cómo, hijos brillantes, en su proceso educativo no fueron capaces de refrendar su calidad formativa, unos llegaron hasta la universidad y no concluyeron; otros, claro, siguieron y hoy son brillantes profesionistas. ¿Qué sucedió?
¿Cómo han sido las generaciones de nuestros hijos? Los investigadores identifican a tres generaciones: Baby Boomers (1945-1965), es a la que pertenezco, soy del 55; la X (1965-1982), que va de la mano del internet, viven la etapa de controversia y resistencia al cambio, tienen mejor educación, le dan prioridad al valor-ingreso… las madres ya son parte de la vida laboral. Con esta generación, Marco Aurelio Navarro advirtió la etapa de “posponer la vida”: primero estudiar y luego casarse, terminar una licenciatura, trabajar y los fines de semana estudiar una maestra.
La generación Y, del 83 al 99, son nativos digitales, son los Millenials. Son especiales, vitales, llenos de sueños y promesas; generación muy protegida por las reglas y medidas de seguridad (derechos humanos) y además están presionados por una necesidad de sobresalir.
PLÁTICA SOBRE LOS HIJOS
Un día nos reunimos mis compañeros de la secundaria y un tema fue, precisamente, los hijos: el tema nacido y fue consecuencia de recordar cómo nos trataron nuestros padres, de cómo estudiamos y nos forjamos una vida familiar y profesional. Nuestros hijos son, como quien dice, parte de la generación Y. El comentario central fue que, como padres, hemos sido sobreprotectores; se dieron ejemplos de hijos triunfadores, pero también de hijos que, al no tener oportunidades laborales, siguen recibiendo el apoyo de sus padres.
Un tema central fue, también, que ellos ya no tendrán los beneficios laborales que nosotros ya poseemos, es decir, prácticamente ya todos somos jubilados: nuestros hijos viven un mundo sin fronteras, pero también en términos laborales sin la protección para la vida de adulto mayor; son contratados por honorarios, hasta en el mismo gobierno y en el mejor de los casos son sus propios patrones.