Muchos de las acciones al interior de las escuelas giran en torno a las decisiones de un director, bueno o malo; y así se refleja en lo que la comunidad percibe alrededor de la institución.
Un director debe ser un líder, sin embargo, la palabra liderazgo (aunque se utiliza frecuentemente en la actualidad) no siempre tiene una connotación positiva y menos en educación. Un buen líder no es quien manipula para que las personas hagan lo que él quiere, también es común escuchar expresiones como “los problemas son por la falta de liderazgo”.
Lo peor es que no está lejos de la realidad.
En la escuela el director es el encargado todas las responsabilidades, tanto en el ámbito escolar como institucional. Sin embargo, para comprender lo que pasa al interior de las escuelas es necesario comprender que hay tantos tipos de directores como personalidades en este mundo y si hablamos de liderazgo los tipos también serán diversos y su clasificación variada, incluso una misma persona puede mostrar diferentes estilos directivos dependiendo de las características de la situación que se aborde.
Esta vez les comparto algunos tipos de directivo para ver si identifican al suyo.
Primero, director autoritario, si bien posee una visión de futuro muy clara y trata de motivar a sus maestros constantemente tratando de ponerles atención en lo individual y busca ser innovador, la verdad es que siempre marcará un estatus donde él está arriba y los demás abajo… el problema es que hay gente que subiéndose a un ladrillo ya se marearon, así que no es siempre es la mejor versión (ojo que no hablo de respeto, ese se gana), pero hay muchos ejemplos que rayan en el despotismo o en la intransigencia.
Hay escuelas que funcionan con director, sin director y a pesar del director, directora o directore.
Segundo, el director Coach, ese súper positivo que toma conciencia de los puntos fuertes y es capaz de definir las aspiraciones personales, académicas y profesionales de sus profesores, retroalimenta, sabe delegar sin tratar a sus docentes como sus empleados (comprende que no lo son), aprende de sus errores, valora el diálogo, se responsabiliza de sus acciones y sobre todo cumple aquello con lo que se compromete.
Todo en extremo es negativo y honestamente no se trata de aparentar, de nada sirve que todo se vea bonito si no hay trabajo real, aquí lo importante no es decirlo sino hacerlo.
Director conciliador, es el que valora sobremanera las emociones, incluso por encima de las tareas u objetivos, siempre buscando un buen clima de trabajo, da importancia a la amistad (que en lo laboral no es igual que en lo personal y eso es difícil de entender), defiende la autonomía y el individualismo en el trabajo y en la vida, lucha por aumentar el autoconcepto y la autoestima de sus docentes.
Pero la verdad es que las relaciones sociales no son fáciles y no se puede “dejar fluir” porque sí, hay que construir las lealtades al interior y eso no es sencillo, requiere habilidades sociales que no se pueden aparentar. Como dice el dicho: “Un burro puede aparentar ser una cebra si le pintamos rayas, pero tarde o temprano rebuzna”.
Otro es el director democrático, invierte tiempo en recopilar ideas, busca el respaldo de su personal, consigue su confianza, respeto y compromiso de sus colaboradores mediante flexibilidad y responsabilidad a la hora de trabajar, tiene en cuenta opiniones y decisiones del colectivo, pero dada la pluralidad de opiniones y personalidades puede ralentizar la consecución de objetivos y tampoco es fácil la cohesión del personal.
Aunque la escuela no es una empresa y un director no es un CEO, a veces sí se necesita una guía, predicar con el ejemplo.
Por último, el director dominante es el que solo él puede tomar decisiones, es inflexible, no acepta críticas ni permite aportar ideas, en mis tiempos le llamaban “yoyo” o “uno más que tú”. Funciona en ocasiones que una escuela necesita un cambio radical, en una situación extrema o de emergencia donde solo hay una manera de hacer las cosas y hasta para eso hay que saber cuándo y dónde.
No es fácil ser director.
A mi “direc”: si ve esto, usted no es ninguno específicamente. La verdad por increíble que parezca nunca he tenido dificultades ni desavenencias con mis jefes y es que “él que es perico donde quiera es verde”.
El mejor líder es aquel que la gente apenas sabe que existe, el mejor director se diferencia muy poco del trabajo que hace su personal pues colabora en todo, un director no destaca por el tipo de liderazgo y mucho menos por lo bonita que se vea su escuela sino por los resultados de sus alumnos, pero sobre todo por cómo se expresan de él o ella sus maestros cuando ya no trabajan en esa escuela.