Claudia Vázquez
Hay un dicho que advierte: “El que escupe para arriba, corre el riesgo de que le caiga encima”, y eso lo deberían tener por sabido los políticos, como es el caso del alcalde con licencia de Matamoros, Mario López “la borrega”, quién en un mitin con los abanderados a la senaduría por el Partido Verde Ecologista, se quejó amargamente por la designación de Alberto Granados para la presidencia municipal de esa ciudad fronteriza.
Pero su inconformidad no paró ahí, porque, por un lado, presumió que los morenistas promoverán el voto único y señala porque así se entiende, deslealtad, por no llamar traición, hacia la coalición conformada con su partido postulante, el Verde Ecologista, y obvio el PT.
El malestar es tal, y quizás también algo de soberbia, que prometió a los acarreados al evento, que acudiría hasta con el gobernador porque no podía permitir tal acción, entiéndase el nombramiento de “Beto” Granados.
La verdad sea dicha, “la borrega” no termina por digerir que “Beto” Granados le ganó la partida, y por ello hizo alusión a la traición, esa de la que acusa a su virtual sucesor, y advierte que él perdona, pero no olvida.
Y quizás tenga razón en ese tema, porque se dice que quien traiciona una vez traiciona dos y las que considere necesarias, el punto es que, como dice el dicho popular, para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta, y “La borrega” al igual que sus dos compañeros de formula en el Verde Ecologista, no se distinguen ni los recuerdan los tamaulipecos precisamente por leales, porque todos ellos tienen un punto de coincidencia esta es la traición a la ideología política.
Tal parece que “la borrega” ya olvidó su paso por el tricolor y su dependencia del priista Baltazar Hinojosa, o la doctora Maki Ortiz, que del PAN pasó a Morena, y ahora porta una blusa color verde, y la del ex gobernador Eugenio Hernández, es una historia ampliamente conocida.
En fin, “la borrega” sigue inconforme y oxigenado por sus compañeros de fórmula, habrá que ver hasta donde le alcanza esa mini alianza, porque si bien es cierto la circunstancia cambió para el Verde Ecologista, todavía no tiene la solidez que necesita, y en política, se avanza lo que el poder en turno determina, y eso, la carta fuerte del Verde, lo sabe, bien, que lo sabe…
LA ÚLTIMA
El abstencionismo ha sido siempre el principal enemigo a vencer por parte de los contendientes a un puesto de elección popular, y a decir de uno de los virtuales candidatos, en Tamaulipas los abanderados, todos, tendrán que trabajar y mucho para incentivar al electorado a participar el 2 de junio.
Quizás parece increíble, pero la franqueza del candidato sorprende, porque de manera sincera reconoció que la ciudadanía no se ve motivada a participar en la contienda, pese a que se estarán renovando las diputaciones locales, federales, senadurías, alcaldías y claro, la presidencia del país.
A su paso por muchos hogares de la capital tamaulipeca, pudo constatar el desgano, el desencanto, la apatía, vaya, la falta de interés por escuchar propuestas.
En pocas palabras descubrió que la ciudadanía está harta de los políticos, por lo menos de aquellos que son reconocidos por la constante participación en los procesos electorales, y por supuesto, más por quienes aún están en funciones y que obviamente no cumplieron con su palabra.
Y no es para menos, pues no hay campaña política en la cual no se hagan promesas de todo tipo, y el problema radica precisamente en el incumplimiento de estas, sobre todo de aquellas que verdaderamente aquejan al ciudadano de a pie, y le aseguraron que serían resueltas. En esta capital, el tema más recurrente, después de la seguridad pública, es el abastecimiento de agua.
En fin, las campañas políticas ya arrancaron, por lo menos las del orden federal, y solo será cuestión de días para que empiecen las locales, y con ello, claro, el destile de los candidatos tocando puertas y ofreciendo esperanzas a todo el mundo, sobre todo a los que menos tienen.
El verdadero problema radica en que los políticos no terminan por entender que los tiempos han cambiado, y que el ciudadano común, aprendió a escuchar, callar y votar, pero también a castigar.