diciembre 4, 2024
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María José Zorrilla

Hasta dónde la aceptamos

febrero 11, 2024 | 231 vistas

María José Zorrilla

 

Un ex primer ministro de Holanda decidió morir tomado de la mano de su esposa en una especie de rito eutanásico a los 93 años. Dries van Agt católico y quien fuera primer ministro de Los Países Bajos entre 1977 y 1982 y su esposa Eugene decidieron morir juntos tomados de la mano. Los dos estaban muy enfermos. Mientras el político había sufrido un derrame cerebral en 2019 del que nunca se había recuperado, ella también de 93 años estaba muy enferma. Ninguno de los dos quería morir dejando a su pareja sola. Los encargados del centro especializado en eutanasia, dijeron que cada caso se analiza individualmente y aunque era muy raro que se permitiera esta práctica a dos personas a la vez, la eutanasia a dúo parece ser una solicitud cada vez más frecuente en los últimos tiempos. Los Países Bajos erróneamente conocido como Holanda antes de que hicieran un reclamo oficial por su verdadero nombre, ha reconocido la eutanasia desde 2002 bajo estrictas condiciones incluyendo sufrimiento insoportable o nulas posibilidades de recuperación de la salud. Son varios los países que han despenalizado la eutanasia y establecido leyes oportunas para su consecución entre los que se incluye Bélgica, Luxemburgo, Canadá, España, Nueva Zelanda, Portugal y en América Latina destacan Colombia y Ecuador, mientras que en Australia solo en algunos estados es legal. Ante tan polémica práctica la iglesia se ha manifestado en contra, aunque ha admitido estar “abierta al diálogo a todos los niveles para que en la sociedad se tenga en cuenta también nuestra visión del ser humano y del mundo, de manera que entre todos nos enriquezcamos”. En unos días estaremos celebrando el día de San Valentín, una fecha reconocida como el día del amor y la amistad y la pregunta quedaría abierta si actos como el del primer ministro holandés y su pareja son reflejo de un profundo sentido de amor para despedirse del mundo terrenal al mismo tiempo después de 70 años de vida conjunta y padecer enfermedades incurables cuando han rebasado ya la barrera de los 90. Acaso habrá casos en que la iglesia pueda aceptar excepciones ante situaciones extremas como un acto de amor y piedad hacia la persona que sufre y pide por todos los medios que lo dejen morir.

No proveer respiración asistida, ni máquinas especiales para mantener alguien en estado vegetal o en condiciones extremas de dolor podría considerarse eutanasia o simplemente una manera de permitir que el cuerpo actúe y haga el trabajo de manera más natural ante una inminente muerte. Hasta dónde puede considerarse un acto de amor o piedad por alguien que pide morir o quien ha dejado un testamento de vida de no recurrir a intubaciones ni respiración asistida en caso de que le acontezca algún problema serio de salud y cumplir su propia voluntad de morir de manera más natural. Hasta dónde la ciencia, el amor, la religión pueden incidir en momentos de crisis ante situaciones extremas de salud y dolor. Al respecto de estados vegetativos o comas, hemos sabido de algunos casos verdaderamente extraños de personas que se han despertado del coma después de años como el caso de Jan Grzebski un trabajador polaco del ferrocarril que quedó en coma después de graves heridas en 1988 y recuperó la conciencia 19 años después en 2007 cuando el mundo había cambiado, tenía nietos, Polonia ya no era un país comunista y la vida era totalmente distinta. Son casos de excepción ante millones de otras circunstancias en las que pacientes aguardan la muerte en una especie de ataúd oxigenado en el que quizás ni siquiera puedan expresar que prefieren morir ante de seguir bajo esas terribles condiciones. Vivir o dejar morir alguien ante este tipo de circunstancias debería ser considerado como amor, piedad, egoísmo o qué tipo de calificativo debería merecer la eutanasia practicada con estricto rigor y bajo la aceptación del propio involucrado. Hasta dónde estaríamos dispuestos a acceder ante la eutanasia.

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