Mauricio Zapata
Lo que dijo Manuel Cavazos Lerma no tiene defensa. Es injustificable, condenable y merece todo el repudio público.
Sus palabras retratan un pensamiento rancio que debe erradicarse de la política y la sociedad.
Sin embargo, el linchamiento que le siguió ha tenido un tufo a oportunismo y doble moral. Porque mientras se le echa a los lobos mediáticos, a otros se les protege con el manto de la complicidad.
Cuauhtémoc Blanco, por ejemplo, fue el presunto agresor físico de la persona a la que Cavazos le dedicó su misógina declaración, sin embargo, varias diputadas federales no sólo no lo condenaron, sino que lo arroparon, lo justificaron y lo cobijaron como si sus dichos fueran inocuos.
Blanco tiene, pues, licencia para la misoginia y nadie le exige cuentas. En cambio, a Cavazos Lerma se le persigue con saña, como si su caso fuera el único.
Que quede claro: lo de Cavazos debe repudiarse con firmeza. Pero también debe exigirse congruencia.
No se puede hablar de lucha feminista si se tolera el machismo de aliados políticos. No se puede presumir integridad si se guarda silencio ante un hombre que, presuntamente abusó físicamente de una mujer.
La semana pasada, un diputado local propuso quitar el nombre de Cavazos Lerma de calles en Tamaulipas.
La iniciativa tiene sustento, pero resulta curioso que no haya venido de una legisladora. Más aún, que varias diputadas lo hayan respaldado con entusiasmo, es más, cuerpearon al diputado, estuvieron atrás de él.
Pero no alzaron la voz contra Blanco. Nadie dijo nada. No fue objeto ni siquiera de un pronunciamiento en tribuna.
¿No debería haber sido una mujer quien encabezara esa exigencia si de verdad buscan justicia de género? ¿O solo se actúa cuando conviene?
La congruencia no debería ser selectiva.
Porque les ofendió más un dicho que una acción. Ambas condenables, pero de la segunda, no dijeron ni pío.
Si se va a condenar el machismo, que sea parejo, porque la indignación con fecha de caducidad no transforma nada.
Solo exhibe lo que somos: una sociedad donde la ética se acomoda según el color de la camiseta.
Politizan la lucha.
EN CINCO PALABRAS: Su lucha tiene un color.
PUNTO FINAL: “No hay peor ceguera que la del que no quiere ver la verdad que incomoda”: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata