Por Martín Aguilar Cantú
Como se lo había prometido en mi colaboración anterior, amable lector, estas letras irán encaminadas a comprender qué es y no es la llamada “ideología de género”, dónde encuentra su origen, y me permitiré, además, compartirle algunos argumentos que abiertamente desmienten mitos específicos que han surgido en torno a lo que un gran número de académicos, principalmente europeos, llaman “significante vacío”, que, de entrada, puedo decirle, señala algo que no se refiere a nada en absoluto, hoy desmentiré el primero de ellos. Por tanto, si se refiera a nada, ¿cómo es posible que se escuche con tanta frecuencia en medios de información y redes sociales? La respuesta no parece tan sencilla, porque el uso en el lenguaje, algunas veces, legitima una palabra o término, pero de entrada puntualizo, este no es el caso.
Existe una gran división de opiniones en cuanto a la “ideología de género”: para quienes defienden los derechos de las mujeres y la diversidad sexual es un concepto que se utiliza deliberadamente para denostar y referirse a la lucha por estos mismos derechos de forma negativa e incluso peyorativa. Sin embargo, para otros, combatirla es una respuesta a lo que ciertos grupos conservadores y ultraconservadores consideran una amenaza que potencialmente destruye familias, que se le impone a las infancias para corromperlas o incluso hablan de un trasfondo marxista que socava las bases de nuestra sociedad.
La idea de una “ideología de género” surgió a mediados de los 90. El origen y consolidación del término se sitúa, de acuerdo a la revista indexada Astrolabio, entre 1984 y 1999. Dos grandes eventos de relevancia mundial parecen haber alimentado y detonado esta contrarrespuesta. Por una parte, la Conferencia sobre Población y Desarrollo de la ONU, en 1994, en El Cairo, y por la otra, la IV Conferencia sobre la Mujer, llevada a cabo en Pekín en 1995, convocada también por Naciones Unidas. Las mencionadas conferencias pusieron sobre la mesa puntos importantísimos para caminar hacia la igualdad de género a partir del establecimiento de los derechos reproductivos como parte de los derechos humanos. A su vez, empezó a ser utilizado por quienes abiertamente se oponían al matrimonio igualitario para luego colocar en la mira los derechos de las personas trans.
Soy un convencido de que la mejor forma de combatir la desinformación es compartiendo el conocimiento y respaldando lo que se afirma con evidencia científica y datos. Eso mismo trataré de hacer el día de hoy:
- Primer Mito: La “ideología de género” destruye familias: La reacción de algunos sectores, en su mayoría ultraconservadores, ha sido notablemente negativa ante la creciente inclusión de la mujer en la vida social y política de muchas naciones así como ante una mayor visibilidad de la discriminación que sufre la población LGBTQIA+. Aquí es importante destacar que algunos líderes religiosos, que no todos, han asociado el progreso e inclusión ganados tras décadas de activismo y que son cada vez más notables, a la destrucción de los niños, a ideas diabólicas, pero principalmente a la destrucción de la familia convencional. Sin embargo, antes de la concepción de este término, la familia nuclear ya estaba desintegrándose. Estas mismas familias empezaron a disminuir considerablemente a partir de los 90, entre otras razones, por el cambio generacional, el cambio económico y el incremento de hogares monoparentales encabezados por mujeres, pasando del 8 al 11 por ciento. Además, solo 9 de los 36 países que conforman América Latina han legalizado el matrimonio igualitario, entre ellos, México. También sorprende saber que desde su aprobación en 2010 en nuestro país solo 28,000 parejas del mismo sexo han contraído matrimonio, en contraste con los cerca de 6 millones de matrimonios heterosexuales, lo que representa solo un 5 %, por la tanto, me atrevería a afirmar que lo que enuncio al inicio de este párrafo es falso.
Agradezco el favor de su tiempo y atención invertidos en la lectura de este humilde espacio que no intenta más que traer al centro de la discusión los temas de actualidad que es necesario abordar y hablar, y sobre los cuales me complacería leer su opinión. En la próxima entrega, querido lector, trataré de brindarle información que nos permitirá comprender por qué la llamada “ideología de género” no se desprende de las ideas del filósofo alemán Karl Marx. Lo espero aquí en la próxima entrega para continuar con este Diálogo de Ideas.
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