José Inés Figueroa Vitela
Decía antes, de los que pagan encuestas como propaganda y los que cobran encuestas como negocio.
Sin que cambien los actores, el abanico de roles se vuelve interminable el abanico de posibilidades, en ese negocio de las Mediciones públicas.
El tema es la credibilidad que, a fuerza de motivaciones, también se vuelven dinámicas o selectiva.
Valen tales acotaciones, para soportar otros argumentos, sobre otras encuestas recién conocidas sobre las que será menester abundar en precisiones.
La publicación, hecha por un medio nacional la semana pasada, sobre preferencias electorales, en tiempo no electoral -dejando de lado el Judicial ajeno a los partidos-, no tendrá mayores patrocinios, ni más intención terciada, que proyectar la capacidad y asertividad, de la responsable del trabajo.
Luego entonces, podemos ir pensando que son nomios dignos del análisis en su contexto.
Al tenor de ese trabajo, mandos del partido Movimiento Ciudadano, celebraron el haber alcanzado finalmente su aspiración de convertirse en la segunda fuerza política nacional, por sobre institutos políticos de mucho abolengo, experiencia, estructura.
Habrá quien diga que, precisamente, esos han sido los lastres que envejecieron al PRI y al PAN, hasta mantenerlos en rictus mortis, a partir de los últimos procesos electorales, en los que mantuvieron una curva decreciente constante y apocalíptica.
Entre todo, lo que sobresale es que, aún en las tendencias, perfilando al uno para seguir creciendo y a los otros al punto de la extinción, en el aquí y ahora, como en el futuro mediato, aparece el unipartidismo de regreso, con un montón de minipartidos disputando el sótano.
Contra el 46 por ciento de las simpatías reportadas para Morena, el 10 del reposicionado MC, arriba dos puntos del PAN y 3 del PRI, más el “inflado” cinco por ciento del Partido Verde Ecologista y el “bien trabajado” tres por ciento del Partido del Trabajo, la suerte parece echada.
La ineficiencia, corrupción, relaciones peligrosas, endoso de las siglas del PAN a lo más torcido de la sociedad, que va incluso más allá de la derecha extrema sectaria y violenta, hasta instalarse en la criminalidad, perversa y psicópata -léase CABEZA DE VACA-, garantizan que en mucho tiempo no volverá al poder.
Con las mismas trabas y traumas, de más largo aliento, y la sujeción a las nuevas perversiones con las alianzas trabadas, el PRI más bien se ve extinguido de manera definitiva en el corto tiempo.
La migración al Partido Verde Ecologista empezó a hacer agua, cuando la gerente del negocio a nivel central se puso a tirar patadas al pesebre que los mantenía a flote.
Sin el partido en el gobierno -para el momento, Morena-, el PVEM no existe, ni en ese raquítico 5 por ciento concedido por la medición de marras, al que están trepados algunos simpatizantes de la Cuarta Transformación considerándolos parte del movimiento.
Con algunos exabruptos esporádicos, hijos de terceros intereses, el PT al menos mantiene la congruencia con los postulados de izquierda, que mueven a Morena y que en su caso, son reales en los pregones y el origen, lo que da solidez a la alianza de futuro.
De esa manifestación que parece una realidad, hablando de encuesta y posicionamientos, se encontrarán algunas lógicas para explicar las expresiones de los actores políticos.
Como la desesperación del panismo, por no encontrar el camino de regreso a la competencia electoral, reduciendo su estrategia a la difusión de noticias falsas, con la intención de desprestigiar al partido de las inmensas mayorías en el concierto electoral, pensando que de ahí le regresarán clientela.
O la resignación del rancio priismo, entregando sus siglas a ignorantes e inexpertos, para que lo acaben de sepultar y porque “no quieren quemarse”, o guardan la esperanza que les llamen donde sí hay futuro y oportunidades de trascender, para dar brillo a una vocación política.
Son juegos sin destino.
Como no tienen puerto las jornadas que se asocian a futurismos políticos trasnochados.
Hay quienes se apuran a ver campañas por doquier, de pretendidos aspirantes en busca de relevar a quienes acaban de asumir el cargo, o ni siquiera han cumplido la mitad de su ejercicio.
Quienes observan, analizan y deciden, eventualmente estarán tomando nota de quienes, efectivamente, apuran la conclusión de sus gestiones, como de quienes los alientan.
Y no será precisamente como para premiarlos, reconocerlos o considerarlos en lo que proyectan para después.
Veremos.