Bien que lo recuerdo, allá por mediados de los sesenta, cuando estaba en la primaria, además de jugar al trompo, al balero, al yoyo, a las canicas, entre otros juegos, también era común hacer competencias de vencidas: jugar a las vencidas era, en pocas palabras, la ley del más fuerte sobre el más débil; pero, también, contaba que algunos se daban maña para ganar. Era juego de niños, ya luego de grande, vi que también en la edad más adulta se estila, en ciertos lugares.
Jugar a las vencidas es una expresión que denota, describe, una situación en donde dos personas están tratando de demostrar que son más fuertes; se da en todos los niveles, no solo en el deportivo, hasta en la política. Cuenta que son enfrentamientos entre dos o más contendientes que son poderosos… por ejemplo, el affaire entre AMLO y el exgobernador, era una lucha de partidos políticos, como de esferas de gobierno, la federal y la local.
SUCESIÓN PRESIDENCIAL
En la reciente elección presidencial la ventaja siempre fue de Morena. Es el partido en el poder; pero además cuenta con un estratega, como lo es AMLO; y este, en esa condición, fue construyendo una candidatura de tal suerte que, entre las corcholatas que compitieron, ganó su preferida: la hija, y no el hermano. Y ya en la contienda constitucional, de nueva cuenta, se mostró que la oposición no tenía nada que hacer, y menos con las constantes intervenciones del Presidente.
AMLO jugó y ganó dos veces: primero en la interna, porque sacó adelante a quien siempre fue su candidata; ganó y fue capaz de impedir un desgajamiento de su partido, repartiendo el pastel. Ahora, ya con presidenta electa, se puede observar que hay es el escenario otro juego de vencidas: de AMLO, que busca a como dé lugar trascender y seguir mandando después del uno de octubre; y la presidenta electa, que bien lo sabe, no puede chocar con el líder moral de la 4T, pero quiere dejar en firme que no será un florero.
UN HONOR ESTAR CON OBRADOR
Un día le preguntaron a Claudia Sheinbaum si, al ser presidenta, gobernaría igual que López Obrador. Su respuesta fue clara: el gobernó a la CDMX, yo también, ¿lo estoy haciendo igual? Efectivamente en el estilo de gobernar hay, digamos, ciertas variantes. Sin embargo, pregona en voz alta que es un honor estar con Obrador, que le va a dar continuidad a la 4T, que va a construir el segundo piso y que nunca va a romper con AMLO. Ante estas expresiones, más de uno se pregunta: ¿será un florero?, tal y como lo fue Olga Sánchez Cordero en Gobernación.
Y en más de una ocasión Claudia ha tenido evidencias de cómo, dentro de Morena, le ponen trabas. El mejor ejemplo fue lo que sucedió con Omar García, su carta para la sucesión en la CDMX; incluso, ya definido que será el secretario de Seguridad, dio suspicacias que AMLO lo haya llamado a Palacio Nacional: le leyó la cartilla, le dio instrucciones, le dio consejos… no sabemos, pero es evidente el afán de AMLO por dejar acotada la acción de la próxima presidenta.
VENCIDAS POR EL GABINETE
La presidenta ha dado muestras de reacciones positivas. Las tuvo cuando los mercados se movieron, aunque luego AMLO le enmendó la plana, y hoy pese a todo lo que se haga, bien que lo sabemos, la reforma judicial va, será como el regalo final para el Presidente: se prevé que sea aprobada el último día de la legislatura. Como una acción para medirle el agua a los camotes, se va dando a conocer el gabinete presidencial: los primeros nombramientos fueron bien recibidos; otros ya no, porque es evidente la mano de López Obrador.
Claudia ha sido clara, no engaña: no va a darle la espalda a AMLO, va a darle continuidad a la 4T. Y por algunas de sus decisiones se observa que no está dispuesta a ser un florero: la diferencia, sin lugar a dudas, puede estar en la forma. El propósito es el mismo, pero el camino puede tener una o dos variantes, por eso la atención que se pone a cada uno de los nombramientos que va definiendo. Faltan, por ejemplo, quien va a dirigir a Pemex y los secretarios de la Defensa Nacional y de la Marina. Crea, sin embargo, mayor expectativa la dirección de Pemex.
MÉXICO GANA
Cuando Claudia recibió su constancia de presidenta electa reitero que es un honor estar con Obrador; pero también se comprometió a cumplirle a México, incluso pone su vida misma para servir a su pueblo. Y entre sus compromisos esta: hacer un gobierno libre de bienestar, de derechos, fraterno, independiente, soberano, democrático y justo, con esto que cumpla es ganancia. Pero, además, un gobierno que no reprima, que respeta la libertad de expresión, de reunión, de prensa y movilización.
Es preciso anotarlo: AMLO no gobernó para México en su conjunto; trabajo para convertir en realidad su visión del poder y de cómo se debe de gobernar, por eso destruyó bastiones de la democracia que, si se consolida ese proyecto tal como se presume, creo que en unos doce años estaremos igual que Venezuela: con marchas antigubernamentales, con gobernantes autoritarios, con una represión brutal a la oposición… Claudia puede marcar la diferencia o, vaya pues, acentuarla. El tiempo evidenciara el rumbo mexicano… Por lo pronto, en las vencidas, va ganando AMLO por ladino.