María José Zorrilla
Ayer me llegó por WhatsApp un mensaje sobre un vagabundo que se acerca a un hombre que cargaba gasolina a su lujosa camioneta. El hombre le dice al chofer, sabe usted a cuántas personas se podría dar de comer con lo que costó su auto. Con tranquilidad el conductor le contestó no se cuántas, pero de seguro alimentó a muchas familias en Alemania donde lo fabricaron, alimentó en Japón a quienes ayudaron hacer las llantas, a muchos mexicanos en Guanajuato que hicieron los componentes internos, en Chile a las personas de las minas del cobre por los cables eléctricos. A los choferes de los países donde transportaron estos artículos, a los ganaderes que vendieron el cuero de los asientos, a los trabajadores de la agencia que vendió este auto, a las personas encargadas de limpieza y con los impuestos que pago por tenerlo y usarlo, el gobierno paga policías, maestros, doctores y otros servidores públicos. Ante tal respuesta, el hombre se quedó mudo dio media vuelta y se fue. Me parece una manera bastante ágil y precisa de dar una explicación sobre lo que es la cadena de valor y lo que implica para la economía la producción de bienes y servicios. Hay también un anuncio en Vallarta donde dice sabe cuántas personas hay detrás de una boda. Y no recuerdo el dato, pero son miles y miles las personas involucradas, las flores, la tela, la decoración, la comida, la bebida… Así, desde que era estudiante siempre me pareció complicado entender cabalmente la micro y la macro economía, pero con los años lo que si se entiende a fuerza de vivirlo son los golpes de timón que se han dado con devaluaciones, expropiaciones y tomas de decisiones poco afortunados de parte de la autoridad. Es cuando la teoría socioeconómica tal vez no la acabemos de entender, pero si la padecemos en nuestros bolsillos. Durante el siglo XX las grandes transformaciones propiciadas por las nuevas teorías socioeconómicas del Marxismo dieron por resultado las tres revoluciones más conocidas. La China, la de Rusia y Cuba. No dieron grandes resultados porque todo llevado al extremo provoca consecuencias nefastas y mientras en Cuba hay grandes carencias, no es raro ver a millonarios chinos y rusos que se volcaron hacia la producción capitalista y vivir con más lujos que los habitantes de países con políticas menos extremas y más equilibradas. Ahora en el siglo 21 la revolución tecnológica es lo que priva y millones de personas, especialmente los jóvenes están más interesados en tener 10 minutos de fama a través del ciberespacio que en política y su comunidad. Desde las fotos a orillas de un acantilado en un solo pie, sobre las vías del tren segundos antes que pase un convoy de vagones a toda velocidad o simplemente hacer algo insulso e inusitado que provoque risa o sorpresa. Me sorprende la paciencia de las personas que hacen colas hasta de dos o tres horas para acceder a su restaurante favorito, 8 o 10 horas de cola para comprar un boleto para un partido o un concierto, o mantenerse de pie junto a un auto por más de 36 horas sin despegar la mano del vehículo para ganarse el premio mayor, como el caso de una distribuidora de autos en Monterrey en noviembre pasado. Ahora que estamos celebrando 107 años desde la promulgación de nuestra constitución se impone reflexionar lo importante de preservar los objetivos que persigue nuestra carta magna de asegurar la vida comunitaria, el orden, las libertades individuales y colectivas y equilibrar los tres poderes del gobierno para que ninguno cometa atropellos contra la sociedad. Vendría a colación la famosa frase expresada por Kennedy en su toma de posesión en enero de 1961. No pienses que puede hacer tu país por ti. Piensa tú que puedes hacer por tu país. Ojalá cuando ejerzamos el voto sepamos defender lo nuestro con la cordura e inteligencia como el dueño de la lujosa camioneta mientras cargaba gasolina y habló de la cadena de valor que produce más y genera más beneficios cuando hay trabajo, que sólo regalar dinero sin que haya un valor que lo sustente. Sepamos diferenciar lo que es tener libertades aunque falte mucho para conseguirlas a cabalidad para todos, a no tener opciones de ninguna especie.