Vaya inicio de sexenio para Claudia Sheinbaum, lo que parecía apuntar a una transición tersa, entre el gobierno de López Obrador y la primer mujer Presidenta de México, ha sido de todo, menos tranquila.
Todavía no se cumple un mes de que tomara posesión en San Lázaro, y su gobierno presenta ya múltiples retos que erosionan la estabilidad del llamado segundo piso de la 4T.
Lograr la continuidad en el poder y además posicionar en la presidencia a un candidato afín a su movimiento y grupo político, fue un triunfo para el lopezobradorismo.
Un logro, que ningún expresidente había concretado en lo que va de este siglo de alternancia política en México. Debemos recordar que Felipe Calderón a pesar de ganar la elección de 2006 a la presidencia por Acción Nacional, no fue el candidato del grupo político de Vicente Fox.
Por eso, las expectativas sobre esta transición eran muy altas, ya que enlazaba y fortalecía el oficialismo morenista. Pero la actual Presidenta, a pocos días de tomar el cargo, tiene demasiados frentes abiertos, muchos de ellos heredados por el anterior inquilino de Palacio Nacional.
Por un lado, se encuentra la disputa con el Poder Judicial, ante la aprobada reforma que desmantela dicho poder y obliga a jueces y magistrados a ser elegidos mediante elección popular a partir del próximo año.
Esto a pesar, de los múltiples amparos ante dicha reforma; que han puesto en confrontación al Ejecutivo y al Poder Judicial. Desgastando a ambos poderes y mermando la estabilidad del Estado de Derecho en México.
De esta pugna, todo parece indicar que la presidenta Claudia Sheinbaum saldrá con una victoria pírrica, con la ayuda del Poder Legislativo, dominado por Morena y sus aliados.
Esto a través de la aprobación del dictamen que propone que no se tomen en cuenta los amparos en contra de la reforma judicial, bajo el principio jurídico de supremacía constitucional que establece que la Constitución de un país es la ley suprema y debe estar por encima de todas las demás normas jurídicas.
Otro frente abierto, es el incremento de la violencia en el país, en donde estados como Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Zacatecas, Veracruz, Guanajuato y Querétaro han tenido hechos sangrientos en los últimos días.
Asesinatos, tiroteos, secuestros, quema de vehículos y explosiones de autos bomba, son solo una muestra de lo que la ciudadanía vive día con día en las ciudades flageladas por el crimen organizado, ante la mirada impasible de las autoridades que son completamente rebasadas por los grupos criminales.
De nada sirvió, que el actual secretario federal de Seguridad Pública, Omar García Harfuch desfilara por las calles de Culiacán, Sinaloa; bajo el amparo de un nutrido contingente de elementos de la Guardia Nacional y del Ejército, con el fin de mostrar el brazo fuerte de esta administración.
A pesar de esto, la violencia no se detuvo, y la confrontación entre los grupos del crimen organizado que buscan hacerse con el poder de la plaza, hacen tambalear al gobierno del morenista Rubén Rocha Moya. Mientras tanto, los sinaloenses viven bajo la incertidumbre de un toque de queda autoimpuesto.
Se suman también:
La controversia por la desaparición del Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), lo que para muchos representa un retroceso democrático y pone al país en la antesala de la opacidad y el manejo discrecional de los recursos públicos.
El debate sobre la viabilidad y el beneficio para México ante la próxima revisión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
El asesinato del sacerdote y luchador social Marcelo Pérez en Chiapas que enciende los focos rojos y las fricciones entre Iglesia y el Estado.
La incertidumbre de los grupos empresariales nacionales e internacionales ante la falta de reglas claras para fomentar la inversión en el país y la sombra del incremento de la inflación, que le respira en la nuca a esta administración.
Esperamos que Claudia Sheinbaum y su gabinete, logre solventar estos escollos y que, en el próximo informe de sus cien días de gobierno, el saldo sea a favor y tengamos un perfil más definido de la Presidenta y su Gobierno. Veremos, si prevalece la científica o gana la guerrillera.