Mauricio Zapata
Ha comenzado la contienda electoral y, con ella, la farsa mejor montada de los últimos tiempos.
Las campañas judiciales que hoy se presentan como el «epítome» de la democracia no son más que una simulación bastante costosa.
De trata de una elección de Estado con todas sus letras, donde los que realmente compiten ya fueron son los elegidos desde el poder y los que apenas buscan abrirse paso enfrentarán obstáculos insalvables.
El ciudadano común, ese que aún cree en la democracia, mira con asombro cómo los candidatos con mayores recursos son, casualmente, los mismos que desde hace meses cuentan con la venia gubernamental.
No hay sorpresas, no hay competencia real, solo un desfile de figuras que llevan el sello de aprobación de la Federación.
Mientras tanto, los pocos opositores que aún insisten en jugar este juego amañado, se enfrentan a la falta de financiamiento, la persecución política y la censura mediática.
Se nos vende la idea de que hay una contienda justa, de que las campañas serán el escenario donde se decidirá el futuro judicial del país, pero la realidad es que el veredicto ya está dictado.
Lo que sigue es una representación teatral cuyo costo saldrá del bolsillo de todos los ciudadanos.
Una puesta en escena con discursos reciclados, mensajes vacíos y hasta promesas que nadie tiene intención de cumplir.
El problema no es solo la inequidad en la contienda, sino la normalización de esta simulación.
Nos han hecho creer que votar en estas condiciones sigue siendo un acto democrático, cuando en realidad es solo la ratificación de una decisión previamente tomada en las cúpulas del poder.
¿Cómo llamar a esto democracia si el menú de opciones fue cocinado en la cocina del régimen?
Al final, lo único que quedará es el descontento de un electorado que sabe que la competencia es ficticia y la resignación de quienes entienden que la elección no es más que un trámite protocolario.
Nos venden la ilusión de que decidimos, cuando en realidad solo seguimos un guión escrito de antemano.
EN CINCO PALABRAS.- Elección de Estado, simulación costosa.
PUNTO FINAL.- “El que vota no elige, apenas convalida»: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata