El principal agobio de los municipios de Tamaulipas es el grave desabasto de agua que padecen. Literalmente viven una pesadilla. En algunos casos, como el de Victoria, el problema es más crítico que en otros.
Obviamente, esa insuficiencia obedece en gran parte a fenómenos naturales. La prolongada ausencia de lluvias tiene prácticamente secas las presas que suministran el líquido a las ciudades, y los pozos, que son otra fuente de abastecimiento, han disminuido su producción.
En esas condiciones, es entendible la angustia que padecen los tamaulipecos, sobre todo en temporada de verano como la actual.
Pero la realidad de la crisis del agua tiene otra causa de origen, ajena a la naturaleza, y que no es otra cosa más que la corrupción que impera en la mayor parte de las Comapas.
Ahí está el verdadero origen de la pesadilla que actualmente padecen miles de familias en el territorio estatal.
Durante muchísimos años ríos de dinero que obtienen los organismos operadores del agua potable han sido desviados para fines muy distintos a los que deberían ser destinados.
Por ejemplo, durante décadas las Comapas fueron la principal fuente de financiamiento de campañas políticas del partido en el gobierno. En los tiempos del otrora poderoso PRI era un secreto a voces esa practica. Lo mismo hizo el PAN.
También, al amparo de los ingresos de las Comapas se han construido enormes fortunas de los principales funcionarios. En el caso de Victoria no hay un solo gerente que no haya terminado su gestión con su futuro económico resuelto.
A todo ello, se suma el hecho de que estos organismos fueron usados para pagar favores políticos, convirtiéndolos en agencias de colocaciones, lo que ha ocasionado que estén sobresaturados de trabajadores.
En ese tema contribuyeron los sindicatos, quienes durante muchísimos años han “chantajeado” a los gobiernos municipales obteniendo exagerados beneficios laborales que ninguna empresa privada sería capaz de soportar. Por eso todas las Comapas están “quebradas”.
Resulta absurdo, y hasta cómico, ver como para reparar una fuga de agua las Comapas destinan hasta diez trabajadores, cuando en los hechos dos serían más que suficientes.
Otra referencia de la obesidad de la plantilla está en las mismas oficinas. Usted entra y ve hasta tres empleados atendiendo un cubículo.
Derivado de todo ello, la mayor parte de los ingresos de las Comapas se va al pago de nómina y al gasto corriente. Por esa razón no hay recursos para invertir en rehabilitar la red hidráulica de las ciudades.
Por eso —insisto— la crisis del agua es consecuencia de la corrupción y no tanto del agotamiento de las fuentes. Si hubiera suficiente inversión en el mantenimiento y rehabilitación de la red de distribución se estaría evitando el enorme desperdicio de agua a través de fugas.
Diversos estudios e investigaciones oficiales revelan que en Tamaulipas se pierde casi la mitad del agua de la red por fugas subterráneas. Con esa agua alcanzaría y sobraría para enfrentar las contingencias provocadas por la naturaleza.
En el caso de Victoria, ni siquiera necesitaríamos un nuevo acueducto o perforar nuevos pozos como proyecta hacerlo el gobierno.
De todo lo que le comento podemos concluir, entonces, que la solución a la problemática del agua está en cerrarle la llave a la corrupción, y sobre todo que las administraciones municipales se atrevan a dar el primer paso para adelgazar las nóminas de sus Comapas.
Lograrlo requerirá muchos años, si, pero es la única forma de acabar con una crisis, que de lo contrario se irá agravando.
La pregunta es: ¿se atreverán los alcaldes?
ASI ANDAN LAS COSAS.