septiembre 19, 2024
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Martín Aguilar Cantú

La delgada línea entre la fama y el escarnio (Parte II)

septiembre 15, 2024 | 64 vistas

Martín Aguilar Cantú

Luego de casi una década de vivir fuera de mi natal Victoria por estudios, trabajo y otros proyectos, en 2004, hace ya 20 años, regresé, aunque un tanto cambiado. Mientras leía la prensa local observaba algo que llamó particularmente mi atención: las constantes notas policiales que daban cuenta diaria de algún caso de violencia o maltrato en contra de mujeres.

A partir de ese momento, aún borracho por la euforia del aprendiz de literatura y un fervoroso afán por el arte, al que atribuía el poder de cambiar el mundo, decidí participar y gané, junto con otrxs, la convocatoria del Consejo para el Desarrollo Cultural Municipal en proyectos de impacto social. Mi proyecto, intitulado “Taller de Poesía y No Violencia: Poetas de mi Barrio”, quería intercambiarle, especialmente a los hombres, el puño por un poema.

La idea me atraía muchísimo y la llevé adelante con chicas y chicos en riesgo de calle de sectores marginados de la ciudad. Después hubo oportunidad de replicarlo en un espacio del sistema de justicia juvenil, donde fui invitado y acogido con gran entusiasmo y, creo yo, esperanza. Los años han ido desdibujando esa convicción de que el arte puede cambiar el mundo, aunque afirme que su potencial y sus bondades siguen ahí, perennemente, inadvertidas. ¡Claro que un poema puede sacudir la conciencia tras leerse!

Lo que hoy nos atañe, sin embargo, se sitúa lejos del arte y cercano a una preocupante realidad: siete de cada 10 mujeres en México han experimentado algún tipo de violencia: económica, sexual, física o psicológica, esto de acuerdo con datos actualizados por el INEGI en 2021. La violencia de género toca su extremo cuando se priva de la vida a una mujer y, si bien se sigue buscando combatir el feminicidio, aún son alarmantes cifras tales como que el 32.3 por ciento del total de los homicidios dolosos de mujeres, en 2023, hayan sido por razón de género.

Frente a un panorama como el que le describo, estimdx lector, aparece un programa que de realidad tiene muy poco, aunque se venda como tal, y cuyas voces han llegado a más 12.5 millones de televidentes, un fenómeno televisivo de impacto tal que se ha convertido en el más visto de la historia de la TV mexicana. A razón de ello, es de esperarse que el contenido que se transmite sea cuidadosa y responsablemente vigilado, pero no fue así. Uno de sus integrantes, conocido por sus pesadas bromas y su defensa de los usuarios de estupefacientes en videos de YouTube, saltó a la fama por las razones menos afortunadas, en mi entrega pasada analicé parte de ello con ustedes.

Por eso mismo abordo desde este espacio la violencia de género como un fenómeno multifactorial que ha sido analizado por especialistas desde disciplinas diferentes como el derecho o la economía y que abordaré en nuestro próximo intercambio.

Por mi parte, me propuse investigar más respecto a la perspectiva psicológica, de salud, y las repercusiones que los discursos de odio y apología de la violencia presentados en este espectáculo significan para las poblaciones que conforman sus audiencias y que son diversas en edad y contextos socioeconómicos.

A la pregunta para esta columna sobre el papel que juegan los medios de comunicación y los contenidos audiovisuales que comparten en la prevención o, en su defecto, la promoción de la violencia contra las mujeres en un contexto como el de nuestro país, la Mtra. Katia Cecilia Uresti Maldonado, Doctorante en psicología, especialista en estudios de género y feminismos, además de profesora-investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), opina que “ transmitir discursos sexistas, machistas y misóginos legitima la violencia, la normalizan, hacen ver a las audiencias que ‘está bien’, que ‘es normal’, que es permitido subordinar, sobajar, cosificar y violentar a las mujeres”.

La Mtra Uresti Maldonado forma parte de la línea de generación y aplicación del conocimiento “Género, violencia y salud” y asegura que las feministas han hecho un buen trabajo al generar “más contenido que contrarresta esta violencia mediática y en cambio visibiliza desde las violencias más sutiles y casi invisibles hasta formas más graves con desenlaces fatales. Es aquí donde utilizamos los medios de comunicación y las tecnologías de la información a nuestro favor, con el propósito de visibilizar, prevenir, atender y tomar acción para sancionar las violencias que vivimos”. La también colaboradora del Cuerpo Académico de Estudios en Psicología (CAEP) de la UATSCDH advierte que “como resultado, vemos, por ejemplo, a una actriz de televisión que alza la voz en un reality show que identifica las violencias de las que ella y sus compañeras son víctimas, nos muestra cómo desplegar la autodefensa y reproduce narrativas de empoderamiento y liberación de la dominación patriarcal. Esto es bastante bueno, pues hoy en día necesitamos este tipo de narrativas”

Es de destacarse el trabajo que en conjunto realizan académicos y autoridades gubernamentales de los tres niveles de gobierno para atender los grandes problemas que pesan sobre las mujeres. Una esperanza más se cristaliza con la llegada al Poder Ejecutivo de la Dra. Claudia Sheinbaum para convertirse en la primera mujer presidenta de nuestra nación, y de Norteamérica, algo de suma relevancia. A ello agregamos su decisión de crear una Secretaría de la Mujer que en su administración tendrá la tarea de instrumentar los mecanismos que reivindiquen los espacios de empoderamiento que requieren las mujeres de este país y que les otorguen el acceso a una vida libre de discriminación.

Yo me despido de usted, lector de estas sencillas ideas, compartiéndole mi correo electrónico: [email protected]. Hasta una próxima ocasión.

 

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