Rogelio Rodríguez Mendoza.-
Desde hace por lo menos 30 años, el principal agobio de los mexicanos ha sido la inseguridad pública.
Sin embargo, particularmente durante los sexenios de, Felipe Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto, y el de Andrés Manuel López Obrador, ese agobio se ha convertido en pesadilla por la violencia sanguinaria mostrada por los grupos crimínales.
Los carteles delincuenciales hicieron a un lado sus códigos de honor y no respetan nada. Lo mismo asesinan a hombres que a mujeres y niños. Las familias de sus rivales son los primeros en enfrentar las consecuencias.
También le perdieron por completo el respeto a los gobiernos. Todavía hace algunos 15 años las bandas criminales preferían sacarle la vuelta a los militares o a cualquier corporación federal. Hoy no solo los enfrentan sino que hasta los humillan y asesinan.
De las policías ni le cuento porque están totalmente sometidas por la delincuencia organizada.
Todo eso es provocado por la timorata y ridícula estrategia de seguridad, particularmente la del actual gobierno, que insiste en querer redimir a los delincuentes haciéndoles llamados públicos a conducirse con respeto, con lo cual lo único que ha conseguido es empoderarlos.
Las cifras delictivas del gobierno de, Andrés Manuel López Obrador, son aterradoras: ya suman casi 160 mil los homicidios, muchos más de los que se cometieron en el sexenio de Peña Nieto y en el de Calderón.
¿Y porque me cuenta todo eso? Se preguntará usted. Le respondo: porque como ciudadanos inteligentes debemos tener bien claro que jamás podremos tener una sociedad sin delincuencia.
Exigirle al gobierno que nos garantice que no haya homicidios, secuestros, extorsiones, robos, y toda una amplia gama de delitos que son parte de la cotidianidad, es iluso.
La delincuencia es inherente a las sociedades, al ser humano. Ni las más desarrolladas naciones han conseguido un índice de cero delitos.
Eso vale aclararlo porque con frecuencia escuchamos que la principal demanda ciudadana a la autoridad es que acabe con la delincuencia.
Eso no va a suceder. Debemos entenderlo y aceptarlo.
No obstante, lo que si podemos y debemos exigirle a los tres órdenes de gobierno, el federal, estatal y municipal, es que pongan todo su esfuerzo para al menos reducir al mínimo la incidencia delictiva.
Que dejen de lado esa absurda y frívola idea de que los criminales van a deponer voluntariamente las armas y dejarán de delinquir
En palabras claras: ya sabemos que no hay forma de erradicar la delincuencia, porque es un fenómeno invencible, pero lo que sí se puede es combatirla y contenerla.
Porque eso es lo que realmente ofende a los ciudadanos: la impunidad con que operan los grupos delincuenciales.
Ubiquémonos particularmente en Tamaulipas. A diario nos enteramos de asesinatos, desapariciones, secuestros, atentados (como el sufrido por el secretario general de gobierno, Héctor Joel Villegas), y sin embargo no vemos o sabemos nada de los responsables.
Por eso el llamado, o exigencia, desde este espacio a los gobiernos es a que enfrenten a los grupos criminales. Que ya dejen de hacerle al buen samaritano, y al redentor, creyendo ilusamente que, de pronto los sicarios, secuestradores, extorsionadores y otros delincuentes van a deponer las armas para buscar un empleo decente y lícito.
En palabras llanas: ya sabemos que la delincuencia no va a desaparecer nunca, pero al menos queremos ver que la autoridad hace algo por contenerla.
Porque, si seguimos en esa misma inercia del gobierno federal, de abrazar a los maleantes, este país va directo al precipicio.
La única alternativa que nos van a dejar a los ciudadanos de bien, es a defendernos por nuestros propios medios, y júrelo que nadie quiere eso.
EL RESTO.
LOS VAMOS A COMBATIR.- Por cierto, el gobernador, Américo Villarreal Anaya, aseguró que su administración enfrentará y combatirá a la delincuencia con el apoyo del gobierno federal.
Luego del reciente ataque armado al secretario general de gobierno, Héctor Joel Villegas, el mandatario anunció la llegada de fuerzas especiales a Tamaulipas para sumarse a la lucha contra la delincuencia.
Qué bueno que así sea. Lo peor que puede hacer un gobierno es quedarse de brazos cruzados.
ASÍ ANDAN LAS COSAS