Mauricio Zapata
Ya es preocupante que la especialidad parlamentaria sea votar a ciegas todo lo que les mandan de la Ciudad de México.
No se trata de que invaliden al régimen al que obedecen, sino, al menos, simular tantito que no son abyectos.
El reciente proceso legislativo en el Congreso de Tamaulipas, en el cual se votó apresuradamente la reforma de Supremacía sin un análisis profundo ni una discusión adecuada, es un ejemplo desalentador de cómo algunas instituciones han permitido que el proceso democrático se convierta en una mera formalidad.
Los legisladores, quienes deberían ser los representantes del pueblo y los guardianes de los principios democráticos, han mostrado una falta de compromiso al actuar como meros ejecutores de decisiones políticas previamente acordadas en lugar de ejercer un análisis crítico y cuidadoso de las implicaciones de la reforma.
La rapidez con la que se votó la reforma, sin siquiera tomarse el tiempo para leer y discutir profundamente el documento en cuestión, refleja una sumisión preocupante a intereses superiores, posiblemente ajenos a las necesidades y aspiraciones de la población. Aunque ellos dirán que es benéfico para “el pueblo bueno”.
Esto sugiere falta de autonomía en el Congreso estatal y recuerda la falta de transparencia que caracterizó a los gobiernos autoritarios de los años 70, donde el poder priista se centralizaba y las instituciones servían únicamente para legitimar las decisiones de unos pocos.
El poco debate y la velocidad con la que se llevó a cabo la votación no solo minan la confianza de los ciudadanos en sus representantes, sino que también plantean interrogantes sobre el verdadero papel que están desempeñando.
Un congreso responsable y democrático debe velar por el bienestar de la gente a través de la deliberación informada y la supervisión rigurosa de las propuestas, en lugar de actuar de forma mecánica y subordinada.
Este tipo de prácticas son una llamada de atención para la ciudadanía, que merece un Congreso dispuesto a honrar su función, promover el diálogo y salvaguardar los principios democráticos sin importar presiones externas o intereses particulares.
Pero, como señalé al inicio de la colaboración, ya es la especialidad de la casa, y lo peor, aún les queda mucho tiempo para seguirlo haciendo.
EN CINCO PALABRAS.- Disimúlenle tantito, nada les cuesta.
PUNTO FINAL.- “La oposición es como fantasmas de caricatura: no espantan, solo dan risa”: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata