noviembre 15, 2024
Publicidad
Alicia Caballero Galindo

La fuerza del viento

septiembre 19, 2024 | 172 vistas

Alicia Caballero Galindo

 

El viento ulula al colarse por las ventanas cerradas; es una lucha de fuerzas, las paredes y los cristales lo rechazan y se estrella en la dura superficie, pero con su maleabilidad característica se diluye entre las rendijas y aúlla mientras pasa voluntarioso, triunfante, después de lograr su propósito. La hoja de aquella ventana tiene un cristal flojo, aunque esté atorada con su broche, el tiempo y los azotones gastaron el viejo mastique que lo sostenía firme, hoy es un remedo de lo que fue porque el cristal está opaco y empañado, además, parece tiritar ante el empuje despiadado que lo sacude, produciendo un sonido especial al golpearlo contra la estructura enmohecida que lo sostiene, ante imperturbable fuerza. Por debajo de la puerta, se abre paso, removiendo el polvo en todos los rincones. A pesar de la resistencia que ofrecen los muros, encuentra el camino para penetrar y remover todo en el interior de aquella vieja casa en penumbras, llena de ese polvillo de tiempo, recuerdos, nostalgias, amores, que de pronto invaden el ambiente provocándome un escalofrío que recorre mi espalda. Veo girar en torno a mí, ese remolino, me envuelve y remueve todos los rincones de mi alma, el mundo del ayer. Los viejos retratos parecen cobrar vida y se estremecen en medio de la penumbra, parecieran dialogar intercalando sus distintos tiempos e historias. Cierro los ojos, me dejo llevar, no puedo luchar contra el viento que impertinente se cuela por todas partes penetrando hasta el alma, ni con el torbellino de recuerdos. No sé cuánto tiempo permanecí así, hundido en mis pensamientos.

Cuando todo se asilencia, abro los ojos, el viento ya no se cuela violento por las rendijas, parece que perdió su furia y quedó una suave brisa que acaricia las ramas del viejo limonero que rasguñaba furioso con sus espinas la lámina del techo en la terraza. Las nubes se disuelven y tímidamente la luna se mira en el espejo del lago. Abro la puerta, arrojo a un lado la basura acumulada, acomodo el viejo sillón en la terraza para mecerme tranquilamente, mientras contemplo el paisaje nocturno, sereno después del ventarrón. Siento aromas de azahar y escucho la monótona voz de las lechuzas. La impertinencia del viento cesó, pude abrir las ventanas de mi vieja casa para ver salir el polvo.  Los recuerdos, impulsados por el viento de la ausencia y los años, mansamente se diluyen también y dejan de doler, al sacudir el polvo del alma y del tiempo…

Comentarios

MÁs Columnas

Más del Autor

Encuentro

Por Alicia Caballero Galindo

Lógica infantil

Por Alicia Caballero Galindo