septiembre 16, 2024
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Carlos Álvarez

La Gran Comisión, una crisis latente

septiembre 6, 2024 | 47 vistas

Familias y habitantes de las comunidades Coamila y Rancho Nuevo, del municipio de Huejutla, del estado de Hidalgo, desde hace meses se encuentran viviendo en el albergue municipal, derivado a una disputa por libertad de creencias religiosas, entre vecinos que integran esas comunidades rurales.

Integrantes de la Iglesia Bautista Fundamental abandonaron sus viviendas con sus familias, mujeres, niños y personas de la tercera edad por no participar en eventos religiosos católicos.

Más de cien personas, entre adultos, niños y adolescentes de las comunidades Coamila y Rancho Nuevo, se mudaron por no simpatizar con las creencias religiosas de sus vecinos.

La intolerancia religiosa vecinal de las comunidades rurales ha propiciado hostigamientos.

Los evangelistas hidalguenses llevan semanas pernoctando en el albergue municipal por una pugna entre vecinos por no practicar o profesar las mismas creencias religiosas.

Ello surge cuando México hoy vive cambios significativos, importantes de progreso, de beneficio para todos y cuando el país es una de las 12 economías más importantes del planeta, forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU y del grupo de los 20 países más prósperos del mundo.

El problema está en que algunos residentes de las mencionadas comunidades no aceptan la presencia de ninguna religión distinta a la tradicional que han ejercido por décadas.

Los desplazados son integrantes de la iglesia bautista fundamental denominada “La Gran Comisión” que, por vocación, amor, fe, lealtad a su credo y religión han tenido que dejar sus pertenencias, hogares, cultivos y se mudaron a vivir a un albergue para evitar confrontaciones vecinales.  El problema data del 2016, pero se magnificó en abril del 2024.

La intolerancia religiosa promueve y ejerce circunstancias de hostigamiento, insultos, limitaciones por ejercer una libre libertad de culto, doctrina o religión y algunos grupos con fuerte liderazgo no aceptan que entre sus miembros o comuna se practiquen las creencias que sean distintas a su tradición.

Ya algunas organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos han expresado su preocupación por lo que viven los hermanos mexicanos desplazados y exigen que se otorgue protección y se respeten los derechos fundamentales de los bautistas, quienes sufren persecución religiosa.

La Constitución mexicana es clara y contundente, garantiza a toda la población la libertad de religión o creencias, pero en la práctica hay algunos mexicanos que la violentan.

La supuesta pretensión de uniformidad religiosa hoy es un problema latente que genera divisiones, confrontaciones y diferencias entre habitantes que ejercen prácticas religiosas distintas y no uniformes, o impuestas de manera arbitraria, autoritaria o dominante.

Cabe destacar que el fanatismo afecta a la personalidad, genera trastornos mentales diversos de quienes lo ejercen, y pueden ser personas altamente peligrosas, lo que les permite acosar, perseguir y hasta llegar a cometer homicidios para imponer una creencia, doctrina o ideología de manera individual o colectiva.

 

VIOLENCIA ESCOLAR

A días de haber iniciado el ciclo escolar 2024-2025, en el que más de 950 mil alumnos que cursan los diversos niveles educativos en Tamaulipas regresaron a las aulas, y con ellos los pleitos, discusiones, agresiones estudiantiles, sin descartar el bullying que este año está presente.

Los problemas de conducta, emocionales y de salud mental cada día están más presentes y latentes entre los niños y adolescentes de México.

La desintegración familiar, los problemas familiares, la falta de atención, comunicación y amor, las agresiones e insultos que viven y reciben algunos menores en sus hogares les generan rencor, odio y coraje, lo que en ocasiones lo manifiestan o lo exponen en sus escuelas en contra de sus compañeros.

No es posible que año tras año se ejerza y practique el bullying y los pleitos entre los estudiantes, mientras que las autoridades educativas hacen caso omiso.

Hacen falta políticas públicas educativas o magisteriales más eficaces, activas, permanentes y eficientes que promuevan paz, armonía, unidad, trabajo en equipo y contribuyan en atender, garantizar y velar por la salud mental de niños y adolescentes.

Así también se requiere compartir esas herramientas entre los tutores y padres de familia de los educandos, a través de talleres, reuniones y eventos educativos para que haya familias y ciudadanos en armonía y sanos del alma y de consciencia.

Una eficaz estrategia sería, antes de iniciar el ciclo escolar, cuando los maestros tienen dos meses de vacaciones, ponerse a trabajar y detectar a los alumnos conflictivos o con problemas de conducta y reunirse con los padres o tutores para que, cuando lleguen a las escuelas, dediquen sus tiempos, energías, espacios a la educación y no al pleito, a la pereza o al conflicto.

Si hacemos un análisis y una revisión de casos, estas malas prácticas van en aumento, lo peor es que va en incremento el daño por agresividad y violencia.

Y sin pena alguna los estudiantes graban las peleas violentas, las comparten y suben a la red.

Caso concreto fue lo ocurrido el pasado 30 de agosto entre dos jovencitas estudiantes del Itace de Matamoros, donde una de ellas agredió mediante golpes a otra, la que sufre un serio problema de salud.

A la menor que agredió poco le importó la condición médica que padece su compañera, al grado que la menor lesionada tuvo que ser atendida por una institución médica de esa localidad fronteriza por la vulnerabilidad de su estado de salud.

Ello ha causado una gran indignación y conmoción, pone en alerta a las autoridades educativas y las obliga a dedicarse a trabajar de manera comprometida para garantizar seguridad, paz, armonía y promover valores a los estudiantes.

La agresividad y los problemas de conducta de los niños y adolescentes a veces rompe los límites de entendimiento por la magnitud negativa de sus comportamientos, acciones, emociones y daños psicológicos, lo que los convierte en seres agresivos que expresan su dolor y frustración y en algunas ocasiones causan daño intencional de manera física, verbal o relacional.

La agresión física y la victimización tratan lo referente a agresiones físicas (ejemplo, golpes, empujones o patadas) o amenazas verbales, mientras que la agresión relacional y la victimización implican el daño por medio de la manipulación (estatus social, difusión de rumores, etcétera).

Las autoridades educativas requieren poner atención a estos asuntos, trabajar y atender estos lamentables hechos que año tras año se repiten en varias escuelas del país y del estado, por lo que deben de ponerle un alto a los pleitos estudiantiles, al bullying y no calificarlos o considéralos como casos aislados, durante la permanencia en las escuelas cuiden y velen por la paz, armonía, seguridad y buena atención de los estudiantes.

Así las cosas…

Y Usted, ¿qué opina?

Nos vemos a la próxima.

 

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