Rogelio Rodríguez Mendoza
El pasado ocho de noviembre se cumplieron dos años desde que fue creada la Guardia Estatal de Tránsito.
La nueva policía de vialidad fue concebida para apoyar a las corporaciones municipales de tránsito, sobre todo en las ciudades más grandes del Estado, asumiendo jurisdicción sobre los libramientos y las carreteras estatales.
Sin duda fue una buena idea, tomando en cuenta que las corporaciones municipales están rebasadas por el crecimiento poblacional y consecuentemente por el aumento del parque vehicular.
Sin embargo, hay un “pero”: no hubo planeación previa y las consecuencias de ello están repercutiendo terriblemente en la ciudadanía.
Por ejemplo, la Guardia Estatal carece de peritos, un elemento obligado e insustituible para una corporación de tránsito, porque es el responsable de dirimir responsabilidades durante los accidentes vehiculares.
Como resultado de ello, en todos los accidentes donde es la Guardia Estatal la encargada de tomar conocimiento, los involucrados están siendo turnados ante las agencias del Ministerio Público, para que sea en ellas donde se defina quién de los conductores figurará como responsable.
El problema es que, para definir culpabilidades es necesario iniciar la investigación desde la misma escena de los hechos, la cual no está siendo resguardada, ni siquiera fotográficamente, por los oficiales estatales.
Por esa causa, en la mayoría de los accidentes se están originando litigios que terminan siendo costosos y tortuosos para los involucrados y para la misma autoridad ministerial, algo que podría haberse evitado si desde que fue creada la Guardia Estatal de Tránsito se hubieran capacitado los peritos.
Otras carencias de la Guardia Estatal de Tránsito están relacionadas con las grúas y los corralones para depositar los vehículos participantes en los accidentes, o aquellos que por violentar la ley de la materia son decomisados.
Ambos servicios fueron concesionados a particulares bajo condiciones de opacidad.
En esas condiciones, en vez de contribuir a ordenar la vialidad en las ciudades, como era el objeto de su creación, la Guardia Estatal de Tránsito vino a empeorar el problema. En vez de verse beneficiada, la ciudadanía se está viendo perjudicada.
Un victorense que la semana anterior se vio involucrado en un choque sobre el libramiento Emilio Portes Gil, en Ciudad Victoria, describió como un “infierno” el proceso que tuvo que enfrentar a raíz del accidente.
“Una de mis hijas y la otra conductora responsable quedaron muy golpeadas. Llamamos al 911 y nunca nos enviaron la Cruz Roja. Luego, llegaron los agentes de la Guardia Estatal de Tránsito, y lo primero que ordenaron fue que moviéramos los vehículos. Por supuesto que me negué, porque todos sabemos que hay que esperar a que lleguen los peritos, a levantar evidencias que luego sirvan para determinar responsabilidades”, narró.
Sin embargo, los oficiales de vialidad les confesaron que la corporación no tiene peritos, y que sería el agente del Ministerio Público el que decidiría sobre la culpabilidad de los conductores.
Luego, pidieron una grúa particular y trasladaron los vehículos a un corralón particular, cuyo costo exorbitante se le impone a cada conductor.
“Es tanta la ignorancia de los Guardias Estatales de Tránsito que detuvieron a la otra conductora y la internaron en una celda, como si se tratara de una delincuente”, explicó.
Insisto: la creación de la Guardia Estatal de Tránsito estuvo y está justificada. Sin embargo, para que sea funcional es urgente que se le dote de la estructura operativa mínima, con personal capacitado, porque lo único que hizo la Secretaría de Seguridad Pública fue adscribir a ella a agentes policiales que de vialidad no tenían la mínima noción.
No creemos que la corporación estatal esté fracasada ya, pero si no se corrigen las fallas va para allá.
Mientras tanto, las consecuencias, como ya dijimos, las estamos pagando los ciudadanos. Ante ello, la recomendación que desde aquí le envío a usted es de que, trate de no accidentarse sobre libramientos o carreteras interestatales, porque de ser así se las verá muy difícil y va a sufrir en serio.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.