Mario Vargas Llosa no solo fue uno de los grandes de la literatura: fue, para mí, uno de esos autores que no se leen, se viven.
Su partida deja un vacío enorme en la literatura, sí, pero también en quienes encontramos en sus letras una brújula para entender el mundo y contarlo.
Desde mis primeros pasos en el periodismo, Vargas Llosa fue una presencia constante. Su forma de narrar, de entrelazar realismo con estructura, rigor con belleza, fue clave en mi formación profesional.
Lo leí como se aprende un oficio: con atención, con devoción, subrayando cada frase, como si en cada palabra estuviera la clave para construir mis propias historias.
Porque su influencia no solo está en las novelas, también está en el periodismo, en su capacidad para observar, interpretar y denunciar con una prosa impecable.
Él entendía el periodismo no como un apéndice de la literatura, sino como un espacio donde también cabe el arte.
Y en sus ensayos, crónicas y columnas se notaba ese compromiso con la verdad, con la libertad, con la palabra bien dicha.
Aprendí que se puede ser riguroso sin renunciar a la belleza. Que contar una historia real no significa perder el alma, sino dársela.
“Travesuras de la niña mala”, fue para mí, uno de esos libros que te transforman. No solo por su historia, sino por la complejidad emocional de sus personajes, por esa forma de explorar el amor y la identidad sin clichés ni condescendencia.
Muchas de las crónicas que he redactado nacen de esa sensibilidad, de esa forma de mirar lo humano que aprendí entre sus páginas.
Entre él, Paul Auster, Murakami y Jorge Ibargüengoitia está mi columna vertebral como lector y como periodista.
No concibo mi oficio sin el pulso narrativo de Vargas Llosa ni sin el universo introspectivo de Auster. Ni la ironía de Jorge.
Ellos me dieron las herramientas, el lenguaje, la voz. Y si alguna vez he logrado conmover a un lector, sé que mucho de eso se lo debo a lo que de ellos aprendí,
Hoy se va Vargas Llosa, pero su legado se queda. En mis textos, en mis lecturas, en cada crónica que escribo con la esperanza de que, al igual que él, alguien la sienta como una historia de verdad.
EN CINCO PALABRAS: El mejor homenaje es leerlo.
PUNTO FINAL: “Hay quienes porque aprendieron a leer, creen que saben leer”: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata