enero 19, 2025
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La junta del ejido

diciembre 29, 2024 | 70 vistas

Ángel Lara Martínez

 

Como parte de la vida cotidiana del ejido y para afianzar la resolución presidencial que legalmente le dio vida al poblado, se requería que constantemente se realizaran asambleas de ejidatarios.

Eran tan importantes que los titulares hacían hasta lo imposible para no faltar, por lo general, cuando eran entre semana se llevaban a cabo después de las cuatro de la tarde, y cuando eran el fin, se convocaban a las diez.

Ha sido una gran tarea para las autoridades en turno llevar el control de dichas reuniones, levantar asistencia y elaborar el acta pertinente.

Había “juntas” para todo y todos estaban involucrados, comprometidos con el objetivo, fortalecer la comunidad, apoyar el colectivo (donde lo había) trabajar en las siembras o fatigas, mejorar la escuela, el centro de salud, y por supuesto para ser dueños de su propia parcela.

Era por los años 80 y principios de los 90 cuando los ejidatarios eran responsables de todo lo que sucedía en el ejido, es decir, la asamblea general, como la Ley Agraria lo reconoce, era la máxima autoridad.

Con el paso del tiempo, el método utilizado para convocar a las reuniones se volvía tedioso y cansado para el encargado de hacerlo, avisar casa por casa, a veces caminando, a caballo y otras en bicicleta; fue entonces que la asamblea autorizó la compra de un “toca discos”

Un aparato novedoso para la época, que constaba de un cerebro o modular donde se colocaba el disco de vinilo, contaba con entrada para micrófono y lo particular de este equipo, unas bocinas de aluminio, en forma de cono, que con un cable muy sencillo se conectaban en cualquier lugar.

Este aparato se instalaba en el Comité Ejidal y desde ahí se hacían los avisos, en ocasiones lo hacían funcionar en una camioneta aprovechando que el Consejo de vigilancia tenía y recorría el ejido haciendo la convocatoria, como olvidar aquella voz diciendo: “les estamos avisando a todos los compañeros, que habrá junta general, mañana a las diez de la mañana”.

Hoy los ejidatarios, con la reforma agraria del 92, la cual trajo consigo la división y certificación de las parcelas, lo que nos permitió ser dueños de la tierra y poderla ceder, rentar o vender, olvidamos la responsabilidad de seguir contribuyendo al ejido, dejamos de participar en las reuniones y nos fue más fácil retirarnos de las autoridades.

Hoy lo que requerimos es legislar en torno al tema de las asambleas de pobladores, para que los habitantes en general se hagan cargo de las tareas de aquellos hombres y mujeres quienes dieron mucho por la creación de su comunidad.

Lo vemos hoy en los comités locales de agua potable, en los comités de festejos y muchos otros.

Recordemos que en aquel entonces de atender esos avisos dependía el futuro de la comunidad, la gente sin saberlo como tal, atendían el llamado de sus autoridades, acudían y cumplían con las responsabilidades asignadas, atendían siempre y a como diera lugar, el llamado a la junta del ejido.

Hasta la próxima.

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