Ángel Lara Martínez
Luego de expresarnos los mejores deseos para este año 2025 que está iniciando, los puntos suspensivos colocados por las festividades de fin de año, empiezan a desaparecer y nos regresa al camino trazado de observar los diferentes temas relacionados con el campo tamaulipeco.
Para iniciar la agenda de conmemoraciones, la primera es la Ley Agraria de 1915, la cual constituyó un decreto emitido por el entonces Jefe del Ejército constitucionalista y encargado de Poder Ejecutivo del país, Don Venustiano Carranza, el día 6 de enero, en el Puerto de Veracruz.
Este decreto atendía de manera determinante a las demandas del pueblo, otorgando respuestas al Plan de Ayala del General Emiliano Zapata del 28 de noviembre de 1911, quien junto con el General Francisco Villa, desconocieron a Francisco I. Madero y al propio Carranza; así como a la Ley Ejecutiva de Reparto de Tierras, promulgada el 4 de marzo de 1914 por el Gral. Alberto Carrera Torres y el Primer Reparto Agrario, realizado el 30 de agosto de 1914 por el Gral. Lucio Blanco Fuentes.
Es que el problema de la tierra en México, venía siendo arrastrado, desde mucho tiempo antes que la Revolución Mexicana. Por ello, la Ley Agraria de 1915, simbolizó justicia, dignidad y equidad para los campesinos.
Este documento, que inicialmente fue un decreto, elevó su nivel a Constitucional en 1917. Se vio fortalecido por los Códigos Agrarios de 1934, 1940, 1942 y por la Ley Federal de Reforma Agraria de 1971.
Con la reforma de 1992, se termina de regular la tenencia de la tierra y con ello, se da por concluido el reparto de la misma.
Este fundamento jurídico es el que hace posible, primero, que el 52 por ciento del territorio nacional sea entregado en propiedad social a los campesinos; y segundo, que en la actualidad se consideren, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los tres tipos de tenencia de la tierra más importantes: el ejido, la comunidad y la pequeña propiedad.
Sin duda alguna, dicho precepto, representó la semilla de la propiedad social y la institucionalidad agraria de nuestro país; entregando en propiedad cien millones de hectáreas a lo largo y ancho del territorio y brindando la oportunidad de aglutinar a los hombres y mujeres del campo dotados de tierras y a los solicitantes de la misma.
Es que, el movimiento zapatista se convirtió en la corriente social más importante del movimiento revolucionario, al enarbolar las demandas y defender las causas de los campesinos; es decir, pasar de la lucha armada, a encabezar las gestiones de tierra, crédito y subsidios para sembrar.
Los ejidatarios, avecindados y comuneros, no debemos olvidar esta emblemática fecha que, como lo fue el inicio de la Revolución Mexicana, la promulgación de ésta ley, representa el resultado de esta, la revolución social más importante del siglo XX.
Ahora, junto a la conmemoración de la Ley Agraria de 1915, la cual es el resultado de esa lucha por la tierra y la justicia para los campesinos, también conmemoramos a los Servidores Públicos Agrarios, quienes con su profesionalismo, prestigiaron y dieron cumplimiento puntual a estos preceptos.
¡Tierra y Libertad!
¡Que viva el Agrarismo!
Hasta la próxima.